Ha causado sorpresa en España, en
las instituciones europeas y en las redacciones de periódicos e informativos de
toda Europa las declaraciones del exlíder conservador británico, Michael Howard,
pidiendo a la primera ministra, Theresa May “que actúe en el Peñón como hizo Thatcher en Las Malvinas hace 35 años”. Al
coro de los que parece que han perdido el juicio se ha añadido también el
ministro de Defensa británico, Michael Fallon, manifestando que “vamos a proteger Gibraltar hasta sus
últimas consecuencias” y el almirante exjefe de la Marina Real Británica,
Cristopher John Parry, que ha llegado a decir “nuestra capacidad de hacer daño
es mucho mayor y podemos chamuscar la barba del Rey de España”.
¿Qué les ha pasado a estos
conservadores británicos que parece que se han vuelto locos? Pues ni mas ni
menos que empiezan a ver las consecuencias del Brexit. Ni España ha invadido Gibraltar,
como hizo Argentina en Malvinas, ni piensa hacerlo, eso sí, es lógico que en
las decisiones que se adopten en la Europa de los 27 los Estados miembros, y no
los países terceros, sean los que tomen las decisiones, sobre todo si estamos
hablando de paraísos fiscales que trabajan al margen de la legalidad
internacional, amparan el tráfico de drogas y vampirizan a socios del club
donde los británicos han decidido, ellos solitos, no estar.
Cuando alguien está nervioso
pierde los papeles, entra en pánico y hace y dice muchas tonterías. Si la
amenaza belicosa y los insultos al Rey de España no fueran suficientemente
estúpidos, conspicuos del Ejecutivo británico también han manifestado que
podrían intervenir en la política española apoyando la secesión de Cataluña.
Tremendo ¿Qué hubieran dicho los isleños si España hubiera dicho algo así
refiriéndose a Escocia? Ya hay contactos entre independentistas catalanes y el
Gobierno británico desde hace tiempo, como bien saben los servicios secretos
españoles, y eso podría servir, llegado el caso, para que al delito de sedición
se pudiera añadir el de alta traición. Los ciudadanos de Cataluña deberían ser
conscientes de hasta donde son capaces de llegar sus dirigentes, a los que
parece importarles muy poco quedarse fuera de la Unión, exactamente igual que a
los británicos, con los que compadrean, hasta que empezaron a sufrir las
consecuencias.
Sin embargo, los británicos, en
particular ingleses y galeses, están mucho mas preocupados por otros asuntos
que por Gibraltar, solo han recurrido a la Roca y a España (les ponemos) para aligerar bilis. En efecto,
es el problema que ahora tienen con los escoceses lo que no los deja vivir. El
exprimer ministro laborista, David Cameron, chantajeó a Escocia con que si
votaban por la independencia se quedarían fuera de la Unión Europea y ahora que
ingleses y galeses han decidido irse de Europa los escoceses quieren,
lógicamente, otra consulta.
El Gobierno de España está
reaccionando bien, sin entrar al trapo de las provocaciones, apoyándose en sus
socios europeos y dejando que los británicos se cuezan en su propia salsa, la
salsa del Brexit. Pero, también el Ejecutivo español debería replantearse muy
seriamente cuáles son sus socios estratégicos y sus verdaderos amigos. Los británicos
llevan mucho tiempo chuleando y robando a España, y no solo a ella. Reino Unido
es en estos momentos el Estado pirata líder mundial en lavado de dinero y en operaciones
fraudulentas de ingeniería financiera y Gibraltar no queda, ni mucho menos, al
margen de esas actividades. Si a esto añadimos que espían nuestras llamadas de
teléfono y correos electrónicos sin permiso desde el complejo ECHELON o que
presionaron a los EEUU para que los F-18 de nuestra fuerza aérea se sirvieran
con el software capado, debemos ser conscientes de su condición. En fin, no
vamos a descubrir ahora nada nuevo.
FOTO: Exlíder conservador británico, Michael Howad
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