Tras la primera vuelta de las
elecciones presidenciales en Francia, se estén viendo cosas muy clarificadoras:
tanto el candidato ultraliberal, Fillon, como todo el aparato del Partido
Socialista Francés, incluido su candidato, Hamon, han dado ya su apoyo a Emmanuel
Macron, el candidato de la banca y los poderes fácticos y vencedor provisional,
para la segunda vuelta que se celebrará el siete de mayo. No es que, como se
decía hace algunos años y algunos todavía mantienen, las ideologías han llegado
a su fin, porque en la campaña electoral en Francia todos hemos visto que están
bien diferenciadas, sino que los que llevan mucho tiempo disfrutando de la
alternancia en el poder tienen, salvo pequeños matices, la misma, aunque mienten
al no reconocerlo y no solo mienten en eso ¿Cómo es posible que los que querían
poner un salario social generalizado de 750 euros en Francia, legalizar la
marihuana y poner un impuesto a los robots (Hamon) ahora apoyen a un candidato
que defiende exactamente lo contrario? Nos lo tendrían que explicar.
El catastrófico resultado del
Partido Socialista Francés, cuyo candidato solo obtuvo un pírrico 6,2% de los
votos, no ha pasado desapercibido en otros lugares, como España, por ejemplo,
donde hay un refrán popular que dice: “Cuando veas las barbas del vecino pelar
pon las tuyas a remojar”. Mientras que Pedro Sánchez, uno de los candidatos a
la secretaría general del PSOE, pone el acento en los buenos resultados de la
izquierda en Francia (que si hubiera tenido un candidato único habría obtenido un
resultado excelente) y ha dicho que mira a Portugal, donde gobierna el Partido
Socialista con otros grupos de izquierda, y no a Francia, Susana Díaz, la
candidata a la secretaría general, que ya ha manifestado que no piensa
abandonar la presidencia de Andalucía, ha dicho que la debacle socialista se
debe a las medidas “izquierdistas” que propugnaba Hamon ¿Será culpa de Hamon lo
que les sucedió a los socialistas en Grecia y lo que les ha pasado hace poco en
Holanda, donde las políticas “izquierdistas” de los socialistas brillaron por
su ausencia? La verdad es que todas las encuestas, desde hace muchos meses, vaticinaban
la debacle socialista en Francia, mucho antes de que hubieran elegido candidato
y mucho antes de que Hollande, a la vista de lo que iba a suceder, hubiera
decidido no presentarse a la reelección. Hasta tan punto se ha impuesto la
esquizofrenia en la política que la ultraderecha española, que vota en masa al
PP y que es mucho mas ultraderecha que la francesa, que nunca ha puesto en
cuestión ni la República ni la democracia, quiere que gane Macron en Francia y
le hace la campaña en España, desde los medios de comunicación, con editoriales
y artículos, a Susana Díaz.
Macron es el candidato del
sistema, un sistema que ha entrado en crisis pero al que se aferran los que han
vivido a su costa, aprovechándose del resto, como náufragos a un salvavidas.
Ante el miedo a una alternativa, la que sea, cierran filas y pierden el pudor
diciendo digo donde ayer dijeron Diego. En su apoyo patético e interesado no
les importa perder las formas y los principios, si es que alguna vez los tuvieron. Hasta los burócratas de Bruselas, en una grosera
intervención en la campaña de las Elecciones Presidenciales Francesas, apoyan
públicamente a Macron, que no les va a defraudar, saben de dónde viene, de
trabajar para la Banca Rothschild y de implementar las políticas que les gustan
siendo ministro de Economía en el Gobierno de Hollande.
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