Mientras la desintegración de los
Estados parece ser la moda en Europa desde hace ya unos cuantos años y mientras
muchos políticos parece que no piensan en otra cosa, unos pocos intelectuales
atesoran una idea en la Península Ibérica, tienen, como diría, Martin Luther
King, un sueño: que España y Portugal se unan en un Estado Federal llamado
Iberia. Ahora esa idea es un grano de mostaza, pero, si se riega y se cuida,
puede convertirse en un gran árbol.
El “iberismo” no es nuevo, esos ideales
ya fueron esbozados por políticos republicanos de izquierda en el siglo XIX,
cuando los movimientos de carácter integrador prevalecían sobre la disgregación.
Los que creen que el Estado es el instrumento de poder del Pueblo quieren un
Estado cuanto mas fuerte mejor. El tamaño y el número de habitantes no es lo
mas importante para la fortaleza de un Estado, pero ayudan mucho. En la Unión
Europea, por ejemplo, no tiene la misma capacidad de decisión un Estado pequeño
y con pocos habitantes que al contrario. Pero, si las ventajas de un ente supranacional
ibérico son evidentes desde el punto de vista económico, cultural, estratégico,
hasta deportivo, y si esa circunstancia pudiera ser aprovechada para un nuevo
encaje constitucional que satisfaga a todos, no se unen las naciones por lo que
dicta la cabeza, sino el corazón. Son los que conocen esas dos patrias, que hunden sus raíces en la profundidad de la Historia, los que han vivido a
caballo entre ellas, los que hablan de España y Portugal como de dos hermanas,
los que entienden de que hablo. Vivimos en la misma casa, pero, para mucha
gente, somos unos desconocidos.
La universidad de Salamanca ha
hecho una serie de estudios, a partir del año 2.009, que reflejan que una buena
parte de españoles y portugueses no serían contrarios a la unión. Compartimos
una frontera de 1.214 Km, ríos importantes como el Miño, el Duero, el Tajo y el
Guadiana, tenemos el mismo clima, producimos las mismas cosas y participamos,
para lo bueno y para lo malo, de una Historia común, luchando contra Roma y
contra los árabes, conquistando América y dando juntos los primeros la vuelta
al mundo. Magallanes y Viriato son tan españoles como D. Pelayo y Elcano portugueses.
Casi siempre nos hemos llevado bien y ninguno es extranjero en la tierra del
otro, solo falta legalizar nuestra unión.
Ian Gibson, el hispanista
irlandés nacionalizado español, o José Saramago, el premio Nobel portugués enamorado
de España, son dos figuras senyeras de un sueño del que muy pocos hablan y que
no sale en los telediarios: Iberia, una gran nación, un gran Estado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario