miércoles, 5 de abril de 2017

IBERIA

Mientras la desintegración de los Estados parece ser la moda en Europa desde hace ya unos cuantos años y mientras muchos políticos parece que no piensan en otra cosa, unos pocos intelectuales atesoran una idea en la Península Ibérica, tienen, como diría, Martin Luther King, un sueño: que España y Portugal se unan en un Estado Federal llamado Iberia. Ahora esa idea es un grano de mostaza, pero, si se riega y se cuida, puede convertirse en un gran árbol.
El “iberismo” no es nuevo, esos ideales ya fueron esbozados por políticos republicanos de izquierda en el siglo XIX, cuando los movimientos de carácter integrador prevalecían sobre la disgregación. Los que creen que el Estado es el instrumento de poder del Pueblo quieren un Estado cuanto mas fuerte mejor. El tamaño y el número de habitantes no es lo mas importante para la fortaleza de un Estado, pero ayudan mucho. En la Unión Europea, por ejemplo, no tiene la misma capacidad de decisión un Estado pequeño y con pocos habitantes que al contrario. Pero, si las ventajas de un ente supranacional ibérico son evidentes desde el punto de vista económico, cultural, estratégico, hasta deportivo, y si esa circunstancia pudiera ser aprovechada para un nuevo encaje constitucional que satisfaga a todos, no se unen las naciones por lo que dicta la cabeza, sino el corazón. Son los que conocen esas dos patrias, que hunden sus raíces en la profundidad de la Historia, los que han vivido a caballo entre ellas, los que hablan de España y Portugal como de dos hermanas, los que entienden de que hablo. Vivimos en la misma casa, pero, para mucha gente, somos unos desconocidos.
La universidad de Salamanca ha hecho una serie de estudios, a partir del año 2.009, que reflejan que una buena parte de españoles y portugueses no serían contrarios a la unión. Compartimos una frontera de 1.214 Km, ríos importantes como el Miño, el Duero, el Tajo y el Guadiana, tenemos el mismo clima, producimos las mismas cosas y participamos, para lo bueno y para lo malo, de una Historia común, luchando contra Roma y contra los árabes, conquistando América y dando juntos los primeros la vuelta al mundo. Magallanes y Viriato son tan españoles como D. Pelayo y Elcano portugueses. Casi siempre nos hemos llevado bien y ninguno es extranjero en la tierra del otro, solo falta legalizar nuestra unión.

Ian Gibson, el hispanista irlandés nacionalizado español, o José Saramago, el premio Nobel portugués enamorado de España, son dos figuras senyeras de un sueño del que muy pocos hablan y que no sale en los telediarios: Iberia, una gran nación, un gran Estado.

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