domingo, 24 de junio de 2012

NUESTROS ÚLTIMOS LOBOS

Resulta curioso observar como se defiende con ahínco a los pocos osos, caballos asturcones o urogallos que nos quedan y sin embargo no se hace nada para salvar de la extinción a otros animales, como los calamares gigantes y los lobos cantábricos, que se han convertido en especies endémicas por la presión de los humanos y por el condicionante vital de su hábitat, bien sean las grandes profundidades de nuestra costa o nuestras montañas y nuestros bosques.
Si hay un animal que injustamente ha tenido mala prensa es precisamente el lobo, a pesar de su inteligencia, su sociabilidad y, porqué no decirlo, su bondad. Pocas especies defienden como este cánido a sus congéneres, bien sean adultos o crías, incluso aunque no sean suyas, y colaboran en la guardería de los cachorros o en la caza que necesitan para su sustento tan organizadamente. Del lobo y de su genes descienden todas las razas de perros domésticos, los que sirven de mascotas en las casas y los que prestan servicios impagables buscando gente entre los escombros que dejan los terremotos, drogas que matan, ayudando a los agentes del orden a descubrirlas, o sirviendo de lazarillos a los ciegos. La alianza entre el lobo y el hombre se forjó en la prehistoria, cuando manadas de estos cánidos perseguían y acorralaban a las presas para que los humanos les dieran muerte y, a cambio, recibir unos trozos de carne.
Pero, al contrario que el perro, los lobos salvajes tienen otros ojos, rasgados, y otra mirada, que conserva la altanería del insumiso.
Cuando el hombre se hizo sedentario y proliferó la ganadería, el lobo, sobre todo cuando azotaba el duro invierno y la caza se hacía mas difícil, atacaba a los rebaños y producía bajas entre los terneros y las ovejas. Esa es la razón de que en el cuento de Caperucita y en las películas de hombres-lobos siempre se presente al cánido como un animal cruel y peligroso, nada que ver con la realidad.
Después de siglos de persecución implacable, los lobos casi han desaparecido de Europa Occidental. En la Península Ibérica quedan unos pocos grupos diseminados por algunos parques naturales y nacionales, como Doñana, y zonas boscosas y de montaña, sobre todo en el triángulo que forman Asturias, León y Galicia. Este animal, muy abundante en el pasado y que campaba a sus anchas por valles y costas, está en claro peligro de extinción, prisionero, como diría Rodríguez de la Fuente, de los últimos bosques caducifolios y de las montañas mas inaccesibles donde caza sobre todo jabalíes, su principal alimento.
Estos días hemos vuelto a ver en la prensa como se reabre el debate sobre el lobo y como algunos irresponsables hacen todo lo posible para que la especie desaparezca definitivamente.
Si el Gobierno que presidía Areces autorizó batidas y permitió que la propia guardería estrangulara crías, el efímero Gobierno de Foro Asturias dio un paso mas y pretendió convertir al lobo en especie cinegética, para dar todas las facilidades posibles a su exterminio. El que fuera Consejero de Agroganadería en el Gobierno de Cascos, Albano Longo, volvía a las andadas poniendo a nuestros lobos en el punto de mira, nunca mejor dicho, e intentando justificar lo injustificable aduciendo, como siempre, daños a la ganadería.
¿Irrumpen los lobos en las fincas y en los prados para matar al ganado?, por supuestos que no, la experiencia ha enseñado al lobo que es muy peligroso acercarse a las haciendas de los humanos. Otra cosa es que gente que llaman ganaderos, pero que tienen otras ocupaciones, incluso políticas, usufructúen fincas públicas y parques nacionales, como el de Picos de Europa, y dejen allí reses pastando abandonadas durante meses y sin vigilancia alguna, ni de pastores ni de mastines, a los que hay que dar de comer todos los días. Ya se sabe lo que ocurre si se ponen pasteles a las puertas de los colegios.
Resulta también curioso que aunque no exista ningún estudio serio acerca de la población de lobos en Asturias se diga que hay mas de 300, cuando la mayoría de los expertos y conocedores de nuestra campiña coinciden que que no habrá mas de unas pocas docenas concentradas en pocas manadas que, eso sí, se mueven mucho, haciendo hasta 40 kilómetros al día.
La verdadera problemática de la ganadería asturiana pasa por las cuotas lácteas y el irrisorio precio que se paga en origen por la leche. Pero el mayor problema que tenemos los habitantes de esta tierra, incluidos nuestros últimos lobos, es una clase política plagada de incapaces.
NOTA: el fotomontaje es de un lobo confiando en la cordura del nuevo Gobierno asturiano.

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