lunes, 16 de mayo de 2011

ENGAÑABOBOS

Esta campaña electoral se parece como un huevo a otro en las formas, en la coreografía y en las tonterías que dicen y hacen la mayor parte de políticos, esos individuos que son capaces de hacer cualquier cosa para vivir a nuestra costa. Fíjese usted en esos ridículos carteles que cuelgan de las farolas del alumbrado público, en esos anuncios enormes o en esos autobuses con la foto del candidato, con imágenes bien escogidas y retocadas para parecer mas jóvenes y guapos. En esta pantomima sale perdiendo el Sr. Cascos y su partido Foro Asturias, uno porque no tienen un puñetero céntimo y están haciendo milagros para hacer la campaña, otro, porque a D. Francisco, por mucho que se retoque su imagen, no hay quien le quite su nariz de boxeador, sus cejas arqueadas y sus ojeras. Nada que ver con Javier Fernández, que se ha retocado el flequillo y cuida como nadie su indumentaria o Pérez Espinosa, con las mechas del peinado impecables y los labios rojo rubí. En Gijón, el feudo mas importante para ganar en Asturias, tampoco se quedan atrás ni Argüelles, con menos años, casi aniñado, y sonrisa Profidén, que maldita la gracia debe hacer a los vecinos del Muselín, ni Pilar Fernández Pardo, que también cuida el tinte y el carmín pero, eso sí, ha escogido una pintura de labios de color menos intenso y con “efecto mojado”. También aquí la candidata de Foro, Carmen Moriyón, como Pardo profesional de la medicina, parece, lo poco que aparece en publicidad pagada, un ama de casa cualquiera. Los candidatos del PP y del PSOE de Gijón se atreven con todo, lo mismo se apuntan a los karaokes políticos, otra forma de hacer el payaso, que escriben artículos en la prensa apoyando al Sporting, el oportunismo y el escaso sentido del ridículo no tiene límites.
Siempre han existido charlatanes y engañabobos, capaces de vender peines a los calvos, elixires de la eterna juventud a los viejos y crecepelos que funcionan en un 99% de los casos a los acomplejados. Algunos eran realmente diferentes, como Donan Pher, autoapodado “El Africano”, con su sombrero sarakof de explorador con un gran diamante azul, tan falso como como la calidad de los bolígrafos que vendía. Pero la fauna política les supera ampliamente. Mientras toman decisiones que hipotecan nuestro futuro y el de nuestros hijos, creen que pueden engatusarnos vendiéndonos humo. No sospechan que la gente sabía que los bolígrafos de Donan Pher no durarían un asalto pero que pagaban gustosos veinte duros porque aquel trabajador honrado, conocido en los mercados y rastrillos de toda España, que decoraba su tenderete con fotos suyas con una pitón al hombro, no pretendía engañar a nadie.

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