Cuando escribo estas líneas están
reunidos los mandatarios de Alemania, Francia, Italia y España en el Palacio de
Versalles para discutir varios asuntos que ya estaban programados, pero donde
se ha incorporado como tema prioritario a tratar, tras los atentados en Cataluña,
el del terrorismo yihadista. Es la segunda reunión de este tipo que se celebra,
pues ya en marzo hubo otra, también en Versalles, a la que asistieron la
canciller Ángela Merkel, el primer ministro italiano, Paolo Gentiloni, Mariano
Rajoy y Hollande, que entonces era el presidente de Francia.
Tras el Brexit, una nación ha
salido favorecida en la Unión Europea, España. Tras la espantada británica
nuestro país ha adquirido mayor peso y algunas decisiones de nuestro Gobierno,
que han pasado desapercibidas para la opinión pública, todavía afianzan mas esa
nueva posición española en Europa. En la mas lúcida toma de postura que yo he
visto en Rajoy desde que gobierna, el presidente español hizo unas
declaraciones inequívocas del compromiso de España con la Unión y de nuestra
vocación europea tras la decisión británica de salir del club. Aquellas
declaraciones no eran solo formales e institucionales, eran de corazón, y no
pasaron desapercibidas para los alemanes ni para los franceses, pilares básicos
de la Unión Europea. De la noche a la mañana España adquirió un protagonismo
que antes no tenía, incluso por delante de Italia, y aquel eje España-Francia-Alemania
que había funcionado durante los Gobiernos de Felipe González se recuperó y se acrecentó.
Pero, a las palabras del presidente español le siguieron los hechos. España,
junto con Alemania, fueron los primeros países de la Unión Europea que se
comprometieron a desarrollar un nuevo avión de combate europeo de quinta
generación, un programa al que se ha incorporado Francia pero del que va a
estar ausente Italia y, por supuesto, Reino Unido, que ya han comprado los
cazas norteamericanos F-35. Estamos hablando de un programa muy ambicioso que implicará
a la industria aeronáutica europea durante muchos años y que tendrá
repercusiones en futuros proyectos civiles y militares. No debemos perder de
vista la importancia que ha adquirido el consorcio Airbús y que en las
instalaciones de CASA en Sevilla se ensamblan todos los aviones de transporte
militar Airbús A-400 M, generando 5.000 puestos de trabajo muy cualificado
directo y otros miles mas de trabajo indirecto. Esto es solo un ejemplo.
En la preocupación que existe en
Alemania y Francia por los atentados terroristas y por el peligro del yihadismo
también España tiene mucho que decir y todos lo reconocen. Nuestro país fue de
los primeros en sufrir gravísimos atentados el 11M, pero, además, España ya
tenía una larga experiencia en la lucha contra el terrorismo de ETA. Al
contrario de lo que sucedió en algunos países de la Unión, aquí no ha cundido
nunca el pánico ni se ha sacado el Ejército a la calle, que es lo que quieren
los terroristas, y esa templanza y saber hacer de los políticos y de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado son valorados en Europa.
España debe hacer valer sus
fortalezas y su compromiso leal y sincero con los socios europeos y forjar esa triada, Alemania-Francia-España, que, si nos lo proponemos, puede estar llamada a liderar políticamente la Unión Europea en el siglo XXI.
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