lunes, 7 de agosto de 2017

EL INTERÉS NEGATIVO Y LOS MORTADELOS

Muchos economistas no salen de su asombro al observar que hay préstamos a interés negativo, es decir, que te pagan por prestarte dinero, y piensan que esa es la razón de que la entelequia económica mundial, tarde o temprano, se va a ir al cuerno y de que existe una gigantesca burbuja financiera a punto de estallar. Algunos, para que la gente entienda esta “locura”, recurren a ejemplos como el del propietario que alquila un piso y no solo no recibe dinero por el alquiler, le paga además al inquilino. Pero, las cosas no son exactamente así.
Cuando apareció el dinero solo existían las monedas, que solían ser de bronce, plata y hasta de oro. No era práctico llevar encima cien gallinas para comprar con ellas una vaca. Pero aquel dinero tenía valor, el de los metales con los que se habían acuñado las monedas. Con el paso del tiempo, los reinos y los imperios se dieron cuenta de que podían acuñar monedas cuyo valor nominal fuera superior al valor del material con que estaban hechas, bastaba que la cara del emperador o del rey figurara en los denarios en los roblones o en los maravedíes para darle legitimidad y confianza a la fechoría.  Tuvieron que pasar siglos y suceder acontecimientos dramáticos que esquilmaron las arcas de las naciones, como grandes y costosas guerras, para que los Estados-nación fueran un paso más allá e inventaran el papel moneda, es decir, un pagaré que decía que el reino, la república tal o cual o que el Banco de España pagaría al portador 1.000 pesetas, como algunos recordarán. Yendo un paso más allá los bancos centrales y los Estados se sacaron de la manga unos nuevos billetes, un nuevo papel moneda, que ya no pagarés, donde, como los euros, no pone en ningún sitio que al portador  le darán algo por ellos. Esos son los “mortadelos”, unos billetes con los que jugaban los niños en la España franquista que exhibían la imagen del personaje creado por Francisco Ibánez en 1.958 y que no valían nada o solo la confianza que la imaginación infantil les quisiera dar. Pues bien, ante la gigantesca crisis que provocó la explosión de la burbuja financiero-inmobiliaria y ante la todavía peor de la burbuja de la Deuda, que acabará estallando también, los bancos centrales pusieron a trabajar a destajo sus máquinas de hacer billetes, como ya explicaba en un artículo que escribí, “La máquina de hacer billetes” en agosto de 2.011 y que se puede ver en Internet. Las ingentes cantidades de dinero fresco, y oliendo todavía a tinta, estaban destinadas a salvar el culo a los bancos y a tapar el agujero presupuestario de los Estados, que llevaban mucho tiempo gastando mucho más de lo que ingresaban. En el mundo cabal a ninguna familia se le ocurre gastar mucho más de lo que ingresa, no se lo puede permitir, pero los Gobiernos no viven en el mundo cabal, porque los que los integran solo están allí de paso, no tienen “responsabilidad moral” y son ellos los que nombran a los gobernadores y directores de los bancos centrales.

No son los particulares ni las empresas los que pagan intereses negativos, vaya usted al banco que quiera a que le presten dinero a interés negativo y ya verá lo que le dicen, son los Estados y las entidades financieras los que reciben ingentes cantidades de papel moneda en esas condiciones de los bancos centrales para amortizar Deuda y tapar sus agujeros. Pero, los “mortadelos”, el dinero virtual, solo se valoriza si circula; es como el taxista que ha comprado un automóvil, si lo deja en el garaje será una inversión ruinosa, pero si hace con el muchas carreras lo valorizará. Es decir, si el papel moneda sin valor real que emiten los bancos centrales se empleara en inversiones y circulara acabaría valorizándose, pero si con el se pagan subvenciones y Deuda su no valor original contamina toda la economía. Los bancos centrales harían un gran negocio si les devolvieran menos dinero, pero valorizado, por los “mortadelos” que prestan, pero el problema es que les devuelven menos “mortadelos” que los que han prestado. Yo ya hace mucho tiempo que me di cuenta que debo comprar con mis “mortadelos” cosas con verdadero valor, antes de que todo el mundo se de cuenta de que no valen absolutamente nada.

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