Muchos economistas no salen de su
asombro al observar que hay préstamos a interés negativo, es decir, que te
pagan por prestarte dinero, y piensan que esa es la razón de que la entelequia
económica mundial, tarde o temprano, se va a ir al cuerno y de que existe una gigantesca
burbuja financiera a punto de estallar. Algunos, para que la gente entienda
esta “locura”, recurren a ejemplos como el del propietario que alquila un piso
y no solo no recibe dinero por el alquiler, le paga además al inquilino. Pero,
las cosas no son exactamente así.
Cuando apareció el dinero solo
existían las monedas, que solían ser de bronce, plata y hasta de oro. No era
práctico llevar encima cien gallinas para comprar con ellas una vaca. Pero
aquel dinero tenía valor, el de los metales con los que se habían acuñado las
monedas. Con el paso del tiempo, los reinos y los imperios se dieron cuenta de
que podían acuñar monedas cuyo valor nominal fuera superior al valor del
material con que estaban hechas, bastaba que la cara del emperador o del rey
figurara en los denarios en los roblones o en los maravedíes para darle
legitimidad y confianza a la fechoría.
Tuvieron que pasar siglos y suceder acontecimientos dramáticos que
esquilmaron las arcas de las naciones, como grandes y costosas guerras, para
que los Estados-nación fueran un paso más allá e inventaran el papel moneda, es
decir, un pagaré que decía que el reino, la república tal o cual o que el Banco
de España pagaría al portador 1.000 pesetas, como algunos recordarán. Yendo un
paso más allá los bancos centrales y los Estados se sacaron de la manga unos
nuevos billetes, un nuevo papel moneda, que ya no pagarés, donde, como los
euros, no pone en ningún sitio que al portador
le darán algo por ellos. Esos son los “mortadelos”, unos billetes con
los que jugaban los niños en la España franquista que exhibían la imagen del personaje
creado por Francisco Ibánez en 1.958 y que no valían nada o solo la confianza
que la imaginación infantil les quisiera dar. Pues bien, ante la gigantesca
crisis que provocó la explosión de la burbuja financiero-inmobiliaria y ante la
todavía peor de la burbuja de la Deuda, que acabará estallando también, los
bancos centrales pusieron a trabajar a destajo sus máquinas de hacer billetes,
como ya explicaba en un artículo que escribí, “La máquina de hacer billetes” en
agosto de 2.011 y que se puede ver en Internet. Las ingentes cantidades de dinero
fresco, y oliendo todavía a tinta, estaban destinadas a salvar el culo a los
bancos y a tapar el agujero presupuestario de los Estados, que llevaban mucho
tiempo gastando mucho más de lo que ingresaban. En el mundo cabal a ninguna
familia se le ocurre gastar mucho más de lo que ingresa, no se lo puede
permitir, pero los Gobiernos no viven en el mundo cabal, porque los que los
integran solo están allí de paso, no tienen “responsabilidad moral” y son ellos
los que nombran a los gobernadores y directores de los bancos centrales.
No son los particulares ni las
empresas los que pagan intereses negativos, vaya usted al banco que quiera a
que le presten dinero a interés negativo y ya verá lo que le dicen, son los
Estados y las entidades financieras los que reciben ingentes cantidades de
papel moneda en esas condiciones de los bancos centrales para amortizar Deuda y
tapar sus agujeros. Pero, los “mortadelos”, el dinero virtual, solo se valoriza
si circula; es como el taxista que ha comprado un automóvil, si lo deja en el garaje
será una inversión ruinosa, pero si hace con el muchas carreras lo valorizará.
Es decir, si el papel moneda sin valor real que emiten los bancos centrales se
empleara en inversiones y circulara acabaría valorizándose, pero si con el se
pagan subvenciones y Deuda su no valor original contamina toda la economía. Los
bancos centrales harían un gran negocio si les devolvieran menos dinero, pero
valorizado, por los “mortadelos” que prestan, pero el problema es que les
devuelven menos “mortadelos” que los que han prestado. Yo ya hace mucho tiempo
que me di cuenta que debo comprar con mis “mortadelos” cosas con verdadero
valor, antes de que todo el mundo se de cuenta de que no valen absolutamente
nada.
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