Ya hemos respetado el dolor de
los familiares y amigos de las víctimas y ya nos hemos lamido suficientemente
las heridas y llorado lo debido por los muertos y heridos en los atentados en
Cataluña, ahora ya toca hacer un análisis político de lo que ha pasado y dar mi
opinión general sobre el asunto, aunque no lo voy a hacer singularizando en
ninguna fuerza política, ni arrimando el ascua a mi sardina, como ya estamos
viendo que hacen algunos en los medios informativos y en las redes sociales,
usando de forma obscena la sangre de las víctimas y el dolor de los atentados
para sus fobias y sus mentiras.
España no es la primera vez que
sufre el zarpazo yihadista, aunque hay gente que, en su delirio, todavía no
está muy convencida de ello. En efecto, además de algunos atentados a nuestros
intereses y a españoles en el exterior, en concreto en Marruecos y Afganistán,
España, junto con EE UU y Reino Unido, fue uno de los primeros países en
padecer gravísimos atentados terroristas que no estaban relacionados del todo
con la Foto de las Azores ni con la agresión a Irak, como bien saben nuestros servicios
de inteligencia. Pero, otros países ya hacía tiempo que lidiaban con este
problema, desde Rusia a Filipinas. Me llamó mucho la atención, por ejemplo, que
ayer, cuando se recordaban los atentados en Europa, nadie apuntara los de
Rusia, no ya los secuestros que acontecieron hace años en un teatro de Moscú o una escuela
en Beslán, sino los que cometieron los yihadistas hace muy poco tiempo en la
capital rusa y en San Petersburgo, como si esas ciudades rusas no fueran de
Europa. En efecto, España ya sufrió el 11 de marzo de 2.004 unos gravísimos
atentados en el Metro de Madrid, unos crímenes que han quedado grabados para la
Historia como los del 11M, en ellos perdieron la vida 200 personas y hubo 2.000
heridos. Pero, nuestro país ha estado siempre en el punto de mira del
terrorismo yihadista y en sus videos y sus discursos siempre aparece como un
objetivo, a pesar de la tradicional amistad hispano-árabe, de que hay no pocos españoles
musulmanes, de que existe una gran inmigración magrebí en nuestro país que goza
de nuestros sistemas sociales y asistenciales y de que el pueblo español, en
general, ha apoyado siempre las causas árabes cuando estas eran justas. Pues bien,
incluso el hasta hace poco líder del Estado Islámico, Al Bagdadi, muerto en un
bombardeo ruso, citaba expresamente a España como uno de sus principales
objetivos, como todavía se puede ver en Internet.
Pero ¿cual fue la reacción de
España y sus Gobiernos tras los terribles atentados del 11M, aparte de
incrementar la labor de prevención policial y la investigación de los servicios
de inteligencia que han permitido detener a decenas de yihadistas antes de que
llegaran a actuar? Pues, la reacción de España fue retirar a nuestro embajador
en Damasco, cuando Siria ha sufrido y todavía sufre como nadie la violencia de
los terroristas yihadistas, apuntarse a la Guerra de Libia, donde los servicios
secretos occidentales estuvieron entrenando durante meses a mercenarios
yihadistas en Egipto, que luego entraron en Libia en cientos de vehículos 4X4 completamente
nuevos, entregados gentilmente por Arabía Saudí y que fueron artillados con
armamento ucraniano, y llevarse a partir un piñón con los saudíes, la mano que
mece la cuna, y con los mas impresentables regímenes feudales árabes, besando
incluso a Muhammad Bin Salman, el joven ministro de Defensa y ahora príncipe
heredero de Arabia Saudí que no solo está considerado por muchos analistas como
“el hombre mas peligroso del mundo” y ha sumido a Yemen en un drama
humanitario, es el que mueve los hilos de los asesinos.
Ninguna respuesta sirve para
blindar completamente un país y garantizar al cien por cien la seguridad, pero
al menos demos a los criminales y sus valedores donde mas les duela.
Es muy difícil el trabajo de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado y del CNI cuando hay cientos de miles
de inmigrantes musulmanes en España indocumentados y sin control de ningún tipo
y ni se puede besar uno con los que patrocinan el terrorismo ni, ya en el
colmo, colaborar con los asesinos yihadistas cuando se trata de aventuras
imperiales.
FOTO 1- El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, compareciendo tras los atentados.
FOTO 2- Los yihadistas, apoyados por la OTAN, entran en Libia.
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