viernes, 31 de enero de 2014

EL OCASO DEL BIPARTIDISMO EN ESPAÑA

Nada se había dejado al azar, poco antes de la muerte del general Franco ya se había previsto y diseñado el esquema político que tendría España, un partido de derecha y un partido socialdemócrata, con imagen de izquierda pero que también fuera de derecha, que aceptara la entrada en la OTAN, la subordinación a los EE UU y que no cuestionara el poder de los que siempre lo han tenido. Ya lo había dicho el dictador: “todo queda atado y bien atado”.
Pero aquel proceso controlado de una transición desde la dictadura hacia una democracia tutelada por los poderes fácticos tuvo algunas dificultades. Había gente en el régimen franquista, lo que se dio en llamar ”El Bunker”, que pretendía seguir con una dictadura, objetivamente, agotada; entre los que estaba nada menos que el presidente del Gobierno, el almirante Carrero Blanco. Aquello se solucionó con un atentado que lo quitó de en medio, mediante la colocación de varias minas anticarro que hicieron volar por los aires el Dodge Dart blindado en que viajaba, una acción que se atribuyó a ETA.
El PSOE (renovado) que, desde el Congreso de Suresnes, en 1.974, lideraba Felipe González (que entraba y salía de España sin que la policía franquista interviniera) enseguida engulló al PSOE (histórico), como mas tarde haría con el PSP de Tierno Galván, y se convirtió en la plataforma pseudoizquierdista necesaria para montar el tinglado. Mientras, Adolfo Suárez, que había sido elegido por el Rey para dirigir la transición, creaba la UCD, un partido de derecha moderada que tenía a otro, AP, que lideraba Manuel Fraga, que le hacía la competencia. Todo parecía ir por el libro, como había sucedido en otros países de Europa. Sin embargo, nadie contaba con que Suárez, un hombre que había sido nada menos que secretario general del Movimiento, aupado por el falangista Herrero Tejedor, se creyera lo de ser un presidente verdaderamente democrático y patriota. Legalizar el Partido Comunista antes de lo previsto, negarse a entrar en la OTAN, no querer reconocer el Estado de Israel, mientras no se devolvieran los territorios ocupados en la guerra del 67, etc, convirtió a Suárez en un problema, aunque D. Adolfo había permitido que se financiara al PSOE, que también recibía dinero de Alemania, para que este partido se fuera perfilando como alternativa. Todo acabó con un golpe de Estado, no la fantasmada protagonizada por Tejero y Milán del Bosch, sino el de verdad, el que había obligado a dimitir a Adolfo Suárez y en el que habían intervenido relevantes socialistas, militares, potencias extranjeras y, eso sí, haciendo de policía bueno, el propio Rey. Todo estaba encauzado y así seguiría durante 30 años, con alternancias en el poder entre el PP, que había emergido tras la desintegración de la UCD, y el PSOE.
Pero, la crisis económica y el empobrecimiento de amplias capas sociales ha puesto en cuestión el esquema que les ha funcionado hasta ahora. De repente, afloran diferencias ideológicas y opiniones irreconciliables en el PP y luchas intestinas por el poder en el PSOE, pero, no nos engañemos, la verdadera razón de lo que está pasando en los dos grandes partidos es el miedo que ha surgido ante la venganza que se pueden tomar los ciudadanos. Los grandes cambios y las revoluciones no las hacen las ideas, sino los estómagos, y en España muchos empiezan a estar vacíos. Hay que tomar posiciones por lo que pueda pasar, se han dicho algunos.
Se ha terminado el paripé, las elecciones están a la vuelta de la esquina, primero serán las europeas de finales de mayo, pero las autonómicas y municipales y las generales también llegarán. En el bipartidismo, ante lo que dicen todas las encuestas, ha cundido el pánico.

¿Estaremos ante el ocaso de un esquema político que nos impusieron?

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