domingo, 19 de enero de 2014

EL NACIONALISMO CATALÁN Y EL FASCISMO

Si hay algo necesariamente consustancial con el fascismo es el nacionalismo y en muchas ocasiones también al contrario. No son solamente los fascistas los que han agitado el sentimiento nacional a lo largo de la historia, incluso Stalin, cuando la URSS fue invadida por los nazis, apeló a Pedro el Grande y a la madre patria. Pero, anécdotas aparte, la gran diferencia entre el fascismo (no la derecha, que tiene otras prioridades) y la izquierda ha sido el nacionalismo exacerbado en unos y la defensa del Estado en los otros.
La agitación del sentimiento nacional, algo enraizado en el tuétano de la gente, siempre ha sido útil para conseguir ciertos fines. Hace ya mucho tiempo que los expertos en marketing han descubierto que utilizar en provecho propio los sentimientos de los consumidores rinde mas beneficios que alabar las bondades del producto que se intenta vender. Hitler y los suyos fueron maestros en la utilización maniquea de la propaganda y en usar los sentimientos nacionales de los alemanes como instrumento para conseguir sus propósitos. La famosa frase de Joseph Goebbels, amigo íntimo de Hitler y ministro de Propaganda nazi: “una mentira dicha mil veces se convierte en verdad”, es útil para hacernos una idea de la catadura moral y la ausencia de escrúpulos que tenía este individuo, pero el conocimiento de la utilización propagandística que hizo del sentimiento nacional germano nos ilustraría aún mas en este tema.
Otra de las características del fascismo es el nulo respeto que tiene a las leyes que elaboran otros, que contrasta con la férrea defensa e imposición de las suyas. Esta actitud debe enmarcarse en que los fascistas creen que tienen el monopolio de la verdad y, por tanto, las opiniones de los demás no cuentan.
Artur Mas y sus socios ya han dicho que piensa hacer la consulta independentista catalana sí o sí, le han puesto fecha para el 9 de noviembre y han ofrecido cínicamente a Rajoy como organizarla. Al mismo tiempo, en su delirio, los nacionalistas han iniciado la campaña en favor del doble sí, a que Cataluña sea un Estado y sea, además, independiente. En lo que se ofrece hay un claro discurso insolidario, pues dicen y venden que Cataluña será el séptimo país mas rico de la Unión Europea, pero lo mas preocupante es el mensaje inequívocamente fascista, mintiendo a la gente con la subida de salarios y pensiones y la reducción del paro y, sobre todo, manifestando que el nuevo Estado seguirá en la UE, no tendrá fronteras físicas, mantendrá la doble nacionalidad española y catalana y que los equipos de fútbol catalanes seguirán participando en la liga española. Es un mensaje fascista porque a Mas y a los que le acompañan en esta aventura no les importa nada lo que opinen los españoles y los europeos de estos asuntos en los que son, evidentemente, parte.
Otro rasgo intrínseco del fascismo es el expansionismo imperialista, como sabemos desde que Mussolini invadió Libia y Abisinia. Una Cataluña independiente no se conformaría con las fronteras que corresponden a la actual comunidad autónoma sino que pretendería anexionarse los llamados “Países Catalanes” que comprenderían a Valencia y Baleares, parte de Murcia y Aragón y el Rosellón francés, convirtiéndose en un factor de desestabilización y conflictos muy importante. Los nacionalistas catalanes ya han organizado manifestaciones y financian organizaciones afines en esos territorios.

Mientras, la izquierda, que debería ser su enemigo natural, ya no tiene sentido de Estado, la parte mas importante de su ADN, y se desangra buscando un líder carismático con sonrisa Profidén (PSOE) o pierde el Norte colaborando a las fechorías de los nacionalistas catalanes (IC, filial de IU) como antes hizo ayudando a los similares en el País Vasco.

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