martes, 28 de enero de 2014

LA LIBERACIÓN DE AUSCHWITZ

El 27 de enero de 1.945, en plena ofensiva del Ejército Rojo en tierras polacas, soldados soviéticos entraron en los campos de exterminio alemanes de Auschwitz, Birkenau y Monowitz liberando a unas 7.000 personas, en su mayoría gravemente enfermos o moribundos, y descubrieron al mundo el horror de las fábricas de la muerte de los nazis.
Ninguna nación, ningún pueblo en la Historia había padecido tanto como el soviético en la Segunda Guerra Mundial. Cuando Hitler estaba a punto de desencadenar la “Operación Barbarroja” (la invasión de la Unión Soviética), reunió a sus generales para darles las últimas instrucciones y les dijo que aquella no sería una guerra convencional sino una operación de exterminio. 4 millones de hombres, 3 de alemanes y 1 de sus aliados fascistas, invadieron las tierras soviéticas arrasando pueblos y ciudades y masacrando a la población civil. Solo en el sitio de Leningrado, que duró casi tres años, murieron 800.000 civiles, la mayoría de hambre y frío y en la batalla de Stalingrado, la mayor que el mundo ha conocido, perecieron 2 millones de personas, entre soldados y civiles. En total, los alemanes mataron 27 millones de soviéticos. Pero, a pesar de que los soldados que mandaba el mariscal Zhukov habían visto ya muchas veces la muerte y la destrucción les faltaba por descubrir el infierno. Cuando entraron en  Auschwitz no podían creer lo que vieron sus ojos, esqueletos vivientes que ya no podían ni hablar,  cadáveres a medio quemar que pocas horas antes de su huida los alemanes habían apilado y dado fuego y gasolina, montones enormes de gafas y sombreros de los cientos de miles de personas que habían sido gaseadas y eliminadas en los hornos crematorios, quirófanos donde los criminales médicos nazis hacían horribles experimentos con los prisioneros, etc.
A Auschwitz habían sido deportadas al menos 1.300.000 personas, la mayoría judíos, pero también había eslavos y soldados soviéticos (a los comisarios políticos del Ejército Rojo, por orden expresa de Hitler, cuando eran apresados, se les mataba in situ) y gentes de otras etnias y nacionalidades. Por lo menos fueron asesinadas 1.100.000 personas solo en ese campo, pero había decenas de ellos repartidos por varios países de Europa.
Algunos campos de exterminio, los situados en Alemania, habían sido en un principio campos de concentración para enemigos de los nazis (comunistas, socialistas, anarquistas, etc) pero cuando se adoptó la “solución final” se convirtieron en eficientes máquinas de matar en masa.
Casi 6 millones de judíos, hombres, mujeres y niños, fueron asesinados en los campos de exterminio, pero también gitanos, homosexuales, disminuidos psíquicos, etc, y, entre otros muchos, cientos de republicanos españoles que, tras la guerra civil, habían huido a Francia y fueron hechos prisioneros por los alemanes.
Su muerte no ha sido en vano, porque 75 años después (se cumplirán el próximo enero) siguen vivos en nuestra memoria y en nuestro corazón.

En la foto, sanitarios soviéticos rescatando un joven en Auschwitz.

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