lunes, 19 de agosto de 2013

IMPUNIDAD

Últimamente, gana adeptos la idea de que, entre los graves problemas que tiene España, la corrupción se lleva la palma, un fenómeno que se ha instalado en la sociedad pudriéndolo todo, incluidos los partidos políticos que nos gobiernan y las mas altas personalidades del Estado. En las encuestas que periódicamente hace el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) la corrupción, junto con el paro, siempre figuran entre las mayores preocupaciones de los españoles, pero yo no tengo muy claro que eso responda totalmente a la realidad y puede que esté bastante mediatizado por las noticias dominantes. Yo estoy plenamente convencido que basta poner el asunto que nos ocupa sobre la mesa y argumentarlo mínimamente para que todo el mundo coincida en que la impunidad es el mayor mal que nos aqueja y la causa de que estemos en un atolladero sin aparente salida.
En este país la mayor parte de las fechorías salen gratis y los delincuentes, tanto el de poca monta como el de guante blanco, campan a sus anchas. No se trata de que las leyes y el Código Penal españoles sean demasiado blandos, que también, sino que lo normal es que el que la hace no la paga. La impunidad no tiene raíz política, sino social, y está instalada en todos los ámbitos donde desarrollamos nuestra actividad.
Pero, acabar con la impunidad y forzar un punto de inflexión educacional sí necesita de una voluntad política, con actuaciones ejemplares, de arriba abajo, que dejen muy claro a todo el mundo que no se sale indemne de pasarse por la entrepierna las normas sociales y de convivencia, la Ley y la Constitución.
Algunos de los asuntos que hoy nos preocupan son producto de actuaciones que quedaron impunes en su momento, que no se cortaron cuando había que hacerlo, y que han dado alas a los que no han encontrado freno alguno a sus desmanes.
Es obvio que la corrupción generalizada es producto de la impunidad de que gozan los corruptos, o que los problemas secesionistas son una consecuencia de la impunidad de declaraciones y actos inconstitucionales de los independentistas. Por supuesto que el “Rafita” seguirá cometiendo graves delitos mientras no sea puesto definitivamente a la sombra.
No es que en España delinquir salga barato, es que casi siempre sale gratis. Uno puede incumplir las resoluciones judiciales (lo hemos visto en el balcón del Ayuntamiento de Bilbao) o mofarse de la Policía o de la Guardia Civil y salir biemparado.
Pero, no solo nosotros nos hemos dado cuenta que en nuestro país se puede sobornar, robar, malversar, traficar con drogas, quemar montes, contaminar, romper mobiliario urbano,  agredir, etc, impunemente, los de afuera también se han apercibido de ello. Miles de extranjeros se saltan la Ley a diario en España o se ríen de nuestras normas buenistas. Son famosas las carteristas bosnias que acumulan mas de 400 detenciones en el Metro de Madrid, y los cientos de vehículos sustraídos a diario, pero aún son mucho mas graves los asaltos a chalets y a  comercios perpetrados por bandas organizadas que, en contraste con sus países de origen, han llegado al reino de jauja. Los gibraltareños también han visto que nos pueden tomar el pelo sin problema alguno, seguir con sus negocios y actividades ilegales, usurpar aguas españolas, etc, que el buque insignia de la Royal Navy entrará igualmente en Rota y las medidas de nuestro Gobierno se quedarán solo en palabras. Picardo ya ha dicho que se helará el infierno antes de que saque los bloques de hormigón del mar.
Bien, yo creo que ha llegado la hora de ir preparando el nitrógeno líquido.

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