jueves, 22 de agosto de 2013

DESNORTADOS

El borrador de la Ley de Drogas que está preparando el Ejecutivo asturiano y que llegará a la Junta General en septiembre ha abierto otra vez la polémica sobre el alcohol y el tabaco, sustancias adictivas enraizadas en las costumbres sociales pero que son unas de las principales causas de muerte en España. Para que nos demos una idea de la gravedad del problema del alcoholismo y tabaquismo baste decir que mueren mas españoles en un año por estas adicciones que todos los soldados norteamericanos fallecidos en toda la Guerra de Vietnam. Se puede morir al contado o en cómodos plazos.
Pero, si eran de esperar algunas voces contrarias a una iniciativa de sentido común, como algunas asociaciones de jóvenes que dan mas importancia a poder beber en la calle que al paro en que está sumida su generación, o de hosteleros, que erróneamente piensan que las restricciones al tabaco van contra sus intereses, cuando ha sido la crisis económica la que ha vaciado los bares y el tabaco distrae una buena parte de la renta de muchas familias, resulta, sin embargo, inaudito que partidos políticos, como PP e IU, coincidan en oponerse a algunas medidas, como fumar a las puertas de algunos establecimientos y dentro de algunas marquesinas (como las paradas de autobús), que son laxas si se comparan con las que existen en otros países, donde las prohibiciones se han extendido a parques, playas y otros lugares públicos al aire libre.
Si bien es cierto que el PP había propuesto en varias ocasiones que en Asturias, que es la excepción en España, se elevara la edad para consumir alcohol de los 16 a los 18 años, y los socialistas se habían negado, también lo es que en el asunto del tabaco dudan, quizá mediatizados por lo que puede ocurrir en Madrid con Eurovegas, que se convertirá en la capital europea del vicio con la permisibilidad del esa comunidad autónoma y del Gobierno de Rajoy, que podría modificar la Ley del Tabaco (la mejor iniciativa de Zapatero) para satisfacer al magnate norteamericano que va a montar el tinglado.
Pero, lo que mas dolor y vergüenza produce en este debate es la opinión de algunos dirigentes de IU, cuando la coalición roji-verde está siendo vanguardia en la defensa de los intereses de una ciudadanía vilipendiada y de un medio ambiente agredido sin piedad, como lo demuestra su postura ante asuntos como la incineradora o el escape de mercurio de Asturiana de Zinc. No es la primera vez, sin embargo, que la progresía pierde el Norte en el tema de la drogadicción. Todos recordamos lo que ocurría en los años 60 con los ácidos y las anfetaminas y en los 70 con el hachís y la marihuana, cuyo consumo llegó a ser consustancial con un izquierdismo equivocado.
Mi asombro llega al estupor cuando, por ejemplo, escucho al diputado regional del PP, Alfonso Román López, que la Ley Antitabaco se aplica en Asturias con “especial virulencia”, como si lo deseable no fuera ser contundente en hacer cumplir las leyes; o al presidente del Conseyu de la Mocedá, Javier Suárez, que dice que estas normas no se van a cumplir, poniendo ya palos en la rueda a los que quieren velar por la salud de los asturianos, no me refiero al Gobierno del Principado, sino a la gente cabal.
Al margen de políticos desnortados y empresarios de la hostelería que no tienen las cosas muy claras, entre los que se ha fraguado una santa alianza antinatura, también tercian en el asunto, como no, los fumadores empedernidos o los que no tienen otra forma de divertirse que dándole a la botella o al botellón, gente a la que la nicotina y el alcohol han robado el libre albedrío y que son capaces de darle al pitillo con embarazos de muchos meses o a la copa hasta vomitar.
Señores, seriedad y responsabilidad.


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