domingo, 17 de marzo de 2013

LAS SILLAS DEL ANUNCIO DE COCA COLA


Debemos ser todos conscientes que la crisis que padecemos no es un ciclo del sistema económico capitalista, como otras que ocurrieron en el pasado, y que la calma ya no sucederá a la tormenta hasta que no haya cambios muy profundos que afecten al sistema de producción tan radicalmente que pongan patas arriba las ideas económicas imperantes. La singularidad que diferencia la crisis actual es que su causa, por primera vez en la Historia, ha sido la sobreproducción, es decir, las empresas tienen mucha mas capacidad de poner artículos en el mercado o de ofrecer servicios que lo que es capaz de absorber la demanda. La teoría liberal nos decía que el mercado se regula por sí mismo, que las empresas que no son competitivas desaparecen y emergen otras nuevas, que el juego entre la oferta y la demanda era Dios, pero, en la última fase del sistema, cuando la acumulación del capital, los oligopolios y el poder tiránico de la banca son ya un hecho, eso ya no funciona.
Parece increíble lo que están aguantando los ciudadanos y que la gente todavía no se haya echado a la calle, pero si analizamos quienes han sido los protagonistas en las últimas revoluciones que han estallado, en particular en el mundo árabe, nos daremos cuenta enseguida que fueron principalmente los jóvenes, muchos estudiantes, algo que aquí (solo hace falta ver los macrobotellones que organizan muchos ayuntamientos los fines de semana) no va a suceder. Ya veremos quien lidera la rebelión.
Lo que ha sucedido en Chipre estos días es muy fuerte y es un indicativo de hasta qué punto están llegando las cosas. A cambio de un rescate de 10.000 millones de euros, la Comisión Europea, un ente que, digámoslo de paso, no nos representa, porque no es democrático, llegó a un acuerdo con el nuevo Gobierno derechista de la isla para entrar a saco en las cuentas corrientes de los chipriotas y llevarse una parte de su dinero. Los ciudadanos no solo han asociado la imagen del “corralito” de Chipre a como los antiguos señores feudales robaban las gallinas y el trigo a los plebeyos, también han empezado a sopesar si sería conveniente sacar la mayor parte de su dinero de los bancos. El Gobierno que preside Rajoy enseguida se ha dado cuenta de ello y no ha tardado ni un minuto en salir el ministro de economía, de Guindos, a la palestra a decir que lo de Chipre “es una situación específica y que esas medidas no son extrapolables”, pero también nos dijeron hace quince días que ya no habría mas ajustes este año y el Gobierno acaba de dar otra brutal vuelta de tuerca más a las pensiones y a las condiciones para acceder al paro de algunos colectivos, lo mas sangrante los mayores de 55 años.
En este contexto explosivo, los mas inteligentes están haciendo grandes esfuerzos por adaptarse a la situación que mas temprano que tarde tendrá que producirse y, mientras tanto, capear el temporal para sobrevivir al cambio. Los expertos en marketing hace ya bastante tiempo que descubrieron que la gente da mucho mas valor a los sentimientos que a los productos o incluso al precio. Muchos consumidores acuden a un establecimiento o a unos grandes almacenes mas por lo bien que les ha asesorado y atendido el vendedor, o porque cuando tienen un problema se ponen de su parte, que por ahorrarse unos pocos euros. La compañía Coca Cola ha sabido explotar el nicho sentimental con mucho acierto. Ya en los años 30 tuvo el atrevimiento de cambiar el color del traje de Papá Noel, también llamado Santa Claus, y hoy pocos saben que no es rojo y blanco, los colores de la compañía norteamericana, sino verde y blanco. Ahora los responsables de las campañas publicitarias de Coca Cola se han sublimado con un anuncio donde los ciudadanos se rebelan contra las sillas (no haga usted zapping porque es imprescindible verlo), poniéndose del lado de la gente y llegándole al corazón, aunque aparentemente es contra el sedentarismo y la obesidad. En muchos hogares han dejado de comprar agua mineral y ya beben agua del grifo, pero seguramente seguirán bebiendo Coca Cola. Pero el anuncio, además de una obra maestra de marketing, tiene un valor didáctico enorme, porque en pocos segundos resume como y cuando se terminará la crisis que nos atenaza: ni mas ni menos que cuando nosotros nos levantemos y acabemos con la tiranía, no de las sillas, sino de los que se sientan en ellas.     

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