domingo, 10 de marzo de 2013

EL PGO Y OTRAS FECHORÍAS


Muchas de las desgracias que ahora nos acosan no son consecuencia de la crisis económica que se agudizó tras el estallido de la burbuja financiero-inmobiliaria, pero, como esta, tienen la misma raíz, la irresponsabilidad y la impunidad en la que los políticos se han movido durante décadas y que, por supuesto, en España aún no se han corregido. Yo recuerdo perfectamente cuando el entonces ministro de Industria del Gobierno de Aznar, Josep Piqué, en plena vorágine privatizadora, justificaba el desguace del grupo eléctrico estatal con los falsos argumentos de que, al introducir la competencia, tendríamos la luz mas barata y que era un mandato de Bruselas. Pero, los que nos echábamos las manos a la cabeza ante privatizaciones como esa o las de Santa Bárbara o Iberia y estábamos convencidos de que, otro ejemplo, era una locura gastar los Fondos Mineros en cosas que no fueran la creación de un nuevo tejido industrial en las cuencas mineras asturianas, que sirviera de alternativa al cierre de la industria extractiva de la hulla, estábamos en minoría en una coyuntura social donde imperaba la fiesta y la mas absoluta despreocupación por nuestro futuro y el de nuestro país. En aquel caldo de cultivo se forjaron actitudes políticas y formas de gobernar que ahora, cuando todo se derrumba a nuestro alrededor, resultan imposibles de mantener. Otro factor decisivo en la demolición de este entramado es la acción de la Justicia que, a pesar de las zancadillas que le ponen tanto el Ejecutivo como el Legislativo en el ninguneo de recursos y de leyes acorde con las necesidades actuales, con la constancia de un martillo pilón, está poniendo a cada uno en su sitio, desde a miembros de la familia real a conspicuos de los partidos políticos. En este sentido, es muy importante lo sucedido con la anulación del Plan General de Ordenación de Gijón y las consecuencias urbanísticas que va a tener para nuestra ciudad, pero, esa resolución judicial también debe tener repercusiones políticas, que nadie se llame a engaño ni pretenda ahora escurrir el bulto.
En un artículo delicioso, por lo patético, el portavoz municipal del PSOE en el Ayuntamiento de Gijón y candidato fallido a la alcaldía, Santiago Martínez Argüelles, ha intentado desviar la atención de quienes fueron los responsables de la fechoría. Para iniciar su escrito con estas palabras: “desde el punto de vista político y ciudadano, que a un ayuntamiento se le anule un plan general de ordenación es una mala noticia, sin paliativos”, hay que tener mucho aplomo y mucha cara dura.
Rebuscando argumentos continua, D. Santiago, diciendo que ha sido el PSOE e IU quienes ha puesto orden y concierto en una ciudad maltratada por el urbanismo depredador y totalmente ilegal y se remonta al paleolítico para recordarnos  Roces o Santa Bárbara (casas para los trabajadores) o las caleyas de La Calzada. ¡Si José Manuel Palacio levantara la cabeza y hablara!.
 Pero, es mucho mas reciente, y fueron iniciativas de los socialistas, ocurrencias que la presión ciudadana logró frenar, como el famoso “serruchazo” o el intento de poner un carísimo y demencial dique semisumergido por delante de la Playa de S. Lorenzo.
Sin embargo, ni las movilizaciones de los vecinos de la zona rural gijonesa ni los escándalos como el del arquitecto del ayuntamiento, Blanco, lograron que el anterior Gobierno municipal no aprobara un PGO donde, entre otras locuras, se pretendía eliminar el barrio de El Muselín, construir pisos en Cabueñes y rascacielos para ricos en la zona liberada de las vías de RENFE. Naturalmente, tras estas pretensiones estaba la política del “pelotazo”, donde a través de Sogepsa y otros instrumentos se enriquecían unos pocos en detrimento del expolio de ciudadanos que veían como se les privaba de precioso suelo público o les expropiaban a 40 euros el metro cuadrado sus fincas.
Los responsables de todo aquello no se van a ir de rositas, la Justicia ya los ha puesto en su sitio y los ciudadanos de Gijón también. El PSOE no va a rectificar, allá ellos, pero IU ya tomó las medidas internas pertinentes y es de suponer que Jorge Espina y algunos más hayan tomado buena nota y no caigan en los graves errores de Jesús Montes Estrada, también conocido por “Churruca”.  

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