miércoles, 20 de marzo de 2013

LA BATALLA DE CHIPRE


Dentro de la guerra que vienen librando en Europa algunos pueblos contra la santa alianza derechista que lidera la Sra. Merkel, Chipre, esa bella isla mediterránea, se ha convertido otra vez en una piedra en el zapato teutón. Ahora los chipriotas no han pedido auxilio a los británicos, como hicieron en la Segunda Guerra Mundial cuando los invadieron los paracaidistas alemanes, Sir Winston Churchil lleva ya mucho tiempo dando geranios y, aunque Reino Unido sigue manteniendo soldados en la isla, los súbditos de su graciosa majestad están muy ocupados en sus propias aventuras de piratería financiera. Esta vez ha sido el propio parlamento chipriota el que, por unanimidad, ha dicho a la Comisión Europea, al Eurogrupo y a la Merkel que se vayan a tomar una fanta.
Chipre, un pequeño país cuya economía apenas representa el 0,2% de toda la zona euro, esta siendo usado como rata de laboratorio para probar nuevas estrategias, porque, por su tamaño, por su poca población y por su escaso peso específico en la UE, es una muestra con la que los desalmados pueden trabajar sin peligro de sufrir grandes sobresaltos. El “corralito” y la pretensión de entrar a saco en las cuentas de los depósitos bancarios no ha sido una decisión tomada a toda prisa y de forma irreflexiva por los ministros del Eurogrupo, como se ha dicho, al contrario, ha sido una imposición del Gobierno germano, secundado por la Comisión Europea, que se venía barajando entre bambalinas desde hace meses. La prueba del nueve es que antes de tomar esta iniciativa esa santa alianza a que me refiero, y que ya conocemos todos, se aseguró, con todo tipo de presiones, de que Chipre cambiara su Gobierno y que los comunistas del Partido Progresista del Pueblo Obrero fueran sustituidos por los derechistas de la Agrupación Democrática. Es cierto que también ha habido y hay ingerencias en otros países y en sus elecciones, como recientemente también hemos visto en Italia, pero no de forma tan grosera.
La reacción hostil de los chipriotas ya estaba prevista y también cual sería la respuesta en ese caso. “No quieren ustedes que metamos la mano en sus cuentas corrientes pues propónganos un plan alternativo” ha dicho el Eurogrupo, cínicamente, a Chipre.
Pero hay un factor que Merkel y los que le hacen el caldo gordo no habían evaluado adecuadamente, el peso que Rusia ha adquirido en la isla en los últimos años. Se ha hablado mucho de que Chipre, como paraíso fiscal, era un refugio para el dinero sucio de las mafias, particularmente de las rusas, pero siendo ello cierto, como sucede también en otros países de la Unión, donde se puede abrir una cuenta numerada o se pueden hacer inversiones sin que nadie pregunte demasiado, incluida España, las inversiones de empresas rusas y de la propia Federación es lo que tiene un peso verdaderamente importante y son esos fondos los que representan la mayor parte de los miles de millones de euros que hay en Chipre de depositantes extranjeros. No solo eso, también hay que tener presente que hace poco tiempo el Gobierno ruso había dado un crédito blando a Chipre de 2.500 millones de euros. No debe extrañar, por tanto, que el presidente Putin calificara de “peligrosa” la decisión de la UE de imponer un impuesto a los depósitos bancarios en Chipre como condición al plan de rescate de 10.000 millones de euros a la isla.
El Gobierno ruso se siente frustrado por no haber sido consultado y porque, como ha recordado su ministro de Finanzas, Antón Siluanov, el acuerdo que existía con la UE para coordinar las acciones en Chipre ha sido traicionado.
La canciller alemana, Angela Merkel, acostumbrada a que muchos Gobiernos de países miembros de la UE coman de su mano, se ha equivocado con Rusia, no es la primera vez que lo hace y esa animadversión  contra los eslavos le viene de antiguo. Pero no suele salir gratis reírse de Putin, que ya ha reunido a su Gobierno para, entre otros temas que se trataron, tomar las contramedidas oportunas en el asunto chipriota.
Esperemos que en la batalla de Chipre sus ciudadanos sufran lo menos posible. 

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