No contento el PSOE con su política de recortes sociales y después de haber privatizado hace poco tiempo una buena parte de AENA y de Loterías del Estado, ahora le toca el turno a la banca pública, a las Cajas de Ahorros. Si estas cosas las hubiera hecho la derecha, el PP, habría estallado la revolución, pero los fanáticos defensores de la pseudoizquierda encuentran justificación para todo y permiten al Gobierno que preside Zapatero cometer toda clase de fechorías. ¿En qué se diferencia la política económica del PSOE de la que haría la mas rancia derecha?.
Hace meses ya dimos la voz de alarma con la situación real de las Cajas, mientras el Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordónez, y los miembros del Gobierno se centraban en darnos consejos del estilo de la fábula del león y la cabra, las cuentas de la banca pública hacían agua por todas partes debido a los impagados, no tanto de particulares, que también, como de empresas, sobre todo las relacionadas con “el ladrillo”. En concreto se barajó la cifra de 190.000 millones de euros como pasivos incobrables que seguían figurando en los balances como activos. Las fusiones apresuradas dirigidas desde La Moncloa y el Banco de España y los cierres de oficinas y prejubilaciones (en principio 1.200 trabajadores) no han sido suficientes para tapar semejante agujero. El súper-ministro Rubalcaba, el que además de todos sus quehaceres declarados también coordina el gabinete de ministros y ministras mediáticos elegidos por Zapatero para “comernos el coco”, ya ha dicho que es necesaria una “capitalización de las Cajas de Ahorros”. En Román Paladino, una vez fusionadas y saneadas con dinero público las Cajas, la banca de todos, serán privatizadas. Por eso estos días el Banco Santander y el BBVA no hacen más que subir en la Bolsa.
Pero de la misma forma que las políticas suicidas de crecimiento económico basadas casi exclusivamente en la construcción tienen sus responsables con nombres y apellidos y formaron parte de las estrategias partidistas del PP y del PSOE, tanto en el Gobierno del Estado, como en los de las CC AA y de los ayuntamientos, la pésima gestión de las Cajas de Ahorros y las alegrías con que se concedieron créditos, muchas veces a “amiguetes” en oscuras operaciones que si salieran a la luz serían otro escándalo, también tiene unos responsables, en última instancia políticos, que no se pueden ir de rositas mientras nos vuelven a meter la mano en el bolsillo y nos despojan de nuestro patrimonio, la banca del pueblo.
Hace meses ya dimos la voz de alarma con la situación real de las Cajas, mientras el Gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordónez, y los miembros del Gobierno se centraban en darnos consejos del estilo de la fábula del león y la cabra, las cuentas de la banca pública hacían agua por todas partes debido a los impagados, no tanto de particulares, que también, como de empresas, sobre todo las relacionadas con “el ladrillo”. En concreto se barajó la cifra de 190.000 millones de euros como pasivos incobrables que seguían figurando en los balances como activos. Las fusiones apresuradas dirigidas desde La Moncloa y el Banco de España y los cierres de oficinas y prejubilaciones (en principio 1.200 trabajadores) no han sido suficientes para tapar semejante agujero. El súper-ministro Rubalcaba, el que además de todos sus quehaceres declarados también coordina el gabinete de ministros y ministras mediáticos elegidos por Zapatero para “comernos el coco”, ya ha dicho que es necesaria una “capitalización de las Cajas de Ahorros”. En Román Paladino, una vez fusionadas y saneadas con dinero público las Cajas, la banca de todos, serán privatizadas. Por eso estos días el Banco Santander y el BBVA no hacen más que subir en la Bolsa.
Pero de la misma forma que las políticas suicidas de crecimiento económico basadas casi exclusivamente en la construcción tienen sus responsables con nombres y apellidos y formaron parte de las estrategias partidistas del PP y del PSOE, tanto en el Gobierno del Estado, como en los de las CC AA y de los ayuntamientos, la pésima gestión de las Cajas de Ahorros y las alegrías con que se concedieron créditos, muchas veces a “amiguetes” en oscuras operaciones que si salieran a la luz serían otro escándalo, también tiene unos responsables, en última instancia políticos, que no se pueden ir de rositas mientras nos vuelven a meter la mano en el bolsillo y nos despojan de nuestro patrimonio, la banca del pueblo.
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