domingo, 30 de diciembre de 2018

TE ACOMPAÑO EN EL SENTIMIENTO


Esto es lo que les diré a mis amigos y conocidos este primero de enero. Nada de felicitarles el año, no seamos hipócritas. El año que comienza promete, promete ser un año aciago. En política, en economía y en cualquier campo de la vida siempre puede pasar algo con lo que nadie cuenta, es lo que se ha dado en llamar un “cisne negro”,  o, llevado a la Física, algo así como el Principio de Incertidumbre de Heisenbert, también conocido como Relación de Indeterminación, que, para explicarlo en forma entendible, viene a decir que no podemos conocer a la vez el momento y la situación de una partícula. Pero, continuando con la Física como símil, la verdad es que casi todo es previsible y las manzanas, cuando están maduras, caen por su propio peso, es la Ley de Gravitación Universal de Newton.
En 2.018 hemos tenido pocas sorpresas en España porque casi todo era previsible ¿Fue una sorpresa que triunfara la moción de censura contra Rajoy? ¿fueron una sorpresa los resultados electorales en Andalucía? ¿fue una sorpresa que se cerraran las minas de carbón en Asturias? ¿fue una sorpresa la irrupción de la extrema derecha? Si se hubieran analizado bien los condicionantes y se hubiera observado lo que había sucedido en otras partes, lo que ha pasado sería lo más normal del mundo. La ley de la Gravedad pura y dura.
Dos acontecimientos importantes van suceder en el año que comienza: el 26 de mayo habrá elecciones municipales y europeas y también autonómicas en la mayoría de CC AA, no se puede descartar que también las haya generales, y, si así fuera, no estaríamos ante un “cisne negro” sino ante algo probable, porque algunos analistas coinciden en que sería la manera de que el PSOE saliera lo menos peor parado posible. Tendríamos un “superdomingo” 26 de mayo. Otro acontecimiento que va a dar que hablar este año que comienza, y seguramente que actuar, será el juicio de los independentistas catalanes encarcelados y probablemente la publicación de la sentencia, aunque ni el más avezado futurólogo se puede aventurar a establecer los tiempos. Torra ya ha dicho: “No aceptaremos ninguna sentencia que no sea la absolución”, es decir, las algaradas y seguramente algo más están servidos, sobre todo si sospechas que el de la publicación de las sentencias es el día elegido por Puigdemont para la insurrección general.
Tras las elecciones autonómicas catalanas y andaluzas la izquierda, a pesar de haber sufrido una auténtica debacle, no ha hecho una autocrítica pública, porque eso sería reconocer sus errores, el análisis se ha interiorizado y se ha corrido un tupido velo, pero se sabe perfectamente porqué los electores te han castigado. Si preguntas a las españolistas en Cataluña porqué han votado a Ciudadanos y a los habitantes de El Ejido porqué han votado a Vox necesariamente te caes del guindo. Tiene la izquierda dos alternativas: rectificar y decir que se había equivocado y que va a actuar en consecuencia o empecinarse en el error, seguir diciendo que tienen razón y que los equivocados son los electores, y minimizarse o desaparecer, exactamente igual que le ha pasado en casi toda Europa, eso tampoco sería un “cisne negro” ni una singularidad del Cosmos.
Los conspicuos de la UE están alarmados, temen a los populismos más que nunca, pero, ya lo han dicho, temen sobre todo a los populismos de extrema derecha. Solo con pensar en un gran grupo fascista en Estrasburgo les entrar sudores fríos. Señores de Bruselas, ustedes mismos. Y a ti, mi amigo, ya sabes, no te felicito el año, te acompaño en el sentimiento.

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