La decisión de celebrar el
Consejo de Ministros del Gobierno de España el día 21 en Barcelona puede ser la
iniciativa más inteligente de Pedro Sánchez, y/o sus asesores, desde que es
presidente o su mayor error, depende de si se han amarrado bien, o no, todos
los cabos. Los independentistas tienen convocada precisamente para ese día en
Cataluña una huelga general, pero no una huelga general cualquiera, como otras
que ya hemos visto en esa comunidad autónoma, en realidad se trata de un ensayo
general para la insurrección violenta que piensan llevar a cabo el día de la
publicación de la sentencia que, necesariamente, va a ser muy dura con los
presos acusados de graves delitos. Es la misma secuencia de acontecimientos que
ya hemos visto en otros lugares de Europa, como en Ucrania o en algunas
repúblicas de la antigua Yugoslavia. Entes independentistas financiados por la
Generalitat y los Comités de Defensa de la República (CDR) y no los sindicatos,
CC OO y UGT, son los convocantes de una huelga política que nada tiene que ver con los intereses de los trabajadores
catalanes, sino con sus estrategias golpistas. Las investigaciones del
CNI y de la Guardia Civil sobre lo que se está preparando ya no dejan lugar
a ninguna duda e imposibilitan cualquier salida política y negociada al
conflicto. Finalmente, tanto el PSOE como Unidos Podemos se han tenido que
rendir a la evidencia y ahora nos pueden sorprender con su contundente reacción.
En un país cabal lo lógico sería
que la reunión del Consejo de Ministros se celebrara en el Palau de la Generalitat,
sede del Gobierno autonómico, precedida por una reunión entre ambos Gobiernos,
pero en Cataluña hace tiempo que mucha gente ha perdido completamente el juicio
y ya es de conocimiento general que los independentistas están centrados
solamente en la secesión y en las medidas que estimas necesarias para
conseguirla. Una cosa es tener algunas reuniones discretas con algunos/nas
ministros/tras y otra muy distinta reunirse con ellos, al completo, en el Palau
de la Generalidad. Por eso el Ejecutivo español ha tenido que alquilar la
antigua Llotja de Mar, un edificio bien situado y emblemático de Barcelona que
ahora es la sede de la Cámara Oficial de Comercio, Industria y Navegación,
aunque los independentistas, como mal menor, preferían que se fueran al Palacete
Albéniz, en Montjuïc. Este Consejo de Ministros no solo es una provocación,
seamos sinceros, lo es en toda regla, para los independentistas por celebrarse
en Barcelona, también lo es porque en él se van a tomar medidas como la subida
del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) y las pensiones, otra afrenta más
para Puigdemont y el ala más derechista de los sediciosos y argumentos para que ERC se empiece a desmarcar de los que no son sus aliados políticos naturales.
La creación de monstruos como los
CDR, con una estructura copiada literalmente de la guerrilla urbana de la “kale
borroka”, se les puede ir de las manos a los independentistas, porque la disciplina,
organización y homogeneidad de ETA, su
brazo político y sus cachorros, estaban a años luz de un conglomerado de gentes
y organizaciones que no tienen jefes claros. Quiero decir que es de locos
pensar que la gente de la CUP, por ejemplo, va a estar a las órdenes de
Puigdemont en un momento dado, cuando, desbordados por los acontecimientos, los
llamen a la calma y a la no violencia. En ERC hay gente inteligente, como el
diputado nacional Tardá, que se empiezan a dar cuenta de con quiénes se han
embarcado.
Yo no sé lo que va a pasar en Cataluña
el día 21, pero el anuncio de que los CDR piensan tomar autopistas, estaciones
de tren, puertos, aeropuertos y edificios oficiales pone los pelos como
escarpias a cualquiera. Solo espero que el Gobierno de España no ponga, como
hizo Saénz de Santamaría, otra vez a la Policía y la Guardia Civil a los pies
de los caballos, que se actúe de forma más profesional y que deje el
mantenimiento del orden a los Mossos, incluida la seguridad de la reunión del
Consejo de Ministros. Ya veremos si los CDR son, o no, violentos y lo que
hacemos después.
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