Un asunto incendia estos días las
redes sociales: según dicen algunos, REPSOL habría descubierto hace tiempo una
gigantesca bolsa de petróleo en aguas frente a Cataluña de unos 11.000
kilómetros cuadrados de extensión. Se trataría de una de las mayores reservas
de petróleo de Europa Occidental. Esta compañía ya extrae unos 8.000 barriles
diarios allí, pero eso no es nada con lo que, si esto se confirmara, se podrían
extraer. Lo que se debate en Internet (en los medios de comunicación de
esto no se ha dicho ni media palabra) no es la veracidad, o no, de algo que
tendría una capital importancia, nunca mejor dicho, sino de que esta sería la razón última por la que los independentistas catalanes se han asilvestrado y se
han enfrentado al Estado. En los foros sociales arrasa la sospecha de que tras
el supuesto petróleo catalán estaría el multimillonario y especulador judío de
nacionalidad estadounidense y origen húngaro, George Soros, y el Estado de
Israel, como este humilde francotirador del teclado ya apuntó hace meses,
eso sí, sin relacionarlos con el crudo catalán, solo con la financiación de la
secesión. Apuntábamos entonces que Soros había ofrecido a los independentistas
un crédito-puente de hasta 20.000 millones de euros para financiar los primeros
meses de la independencia de Cataluña y que, a cambio y dado que Cataluña tiene
una Deuda de más de 75.000 millones de euros, Soros y compañía pretenderían
hacerse dueños de aquella tierra, pero entonces no teníamos el dato del
petróleo catalán. Al parecer, Soros e Israel pretenderían controlar ese
petróleo, uno para hacer un pingüe negocio y los otros para tener una reserva
estratégica segura y relativamente cercana. Todo esto que, lo reconozco, de momento
no son más que elucubraciones, tendrían alguna base si se supiera quién o
quienes están en realidad financiando las correrían del Puigdemont y sus
secuaces, desde el pago de la mansión en Waterloo (4.000 euros mensuales) hasta
toda la infraestructura propagandística y judicial que han montado en el
extranjero: alquiler de salas para conferencias, viajes por Europa, páginas
enteras en periódicos, abogados y un largo etcétera. Recordemos que el entonces
ministro de Exteriores del
Gobierno de Rajoy, José Manuel García Margallo (que
fue apartado de su cargo, sin que nadie sepa el porqué, por Soraya Saénz de Santamaría)
ya tuvo que llamar al orden al embajador israelí en Madrid por la intromisión
sionista en el problema catalán y que a esto hay que sumar el apoyo explícito de la comunidad judía de
Barcelona a los independentistas y el historial de intervenciones de Israel en
los asuntos internos de España, el más grosero en el golpe de Estado, el de
verdad, de 1.981 a través de sus servicios secretos y de personas interpuestas,
en concreto de Enrique Múgica (de madre judía) que tuvo sospechosas
conversaciones con el general Armada antes de la asonada que obligó al
presidente Adolfo Suárez, que no quería reconocer el Estado de Israel, a
dimitir. Montjuic quiere decir monte de los judíos y puede que también quieran
el petróleo de Cataluña y de los “Países Catalanes”, pues la bolsa se extiende
hasta Baleares y ahí sería el segundo envite. Si este era un secreto bien guardado,
ha dejado de serlo.
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