Cuando uno tiene todo el tiempo del
mundo para conspirar desde el exilio dorado en Waterloo y cuando tiene a
asesores, que son los que lo pagan, con una larga experiencia en asonadas, no
debe extrañar que el diseño del golpe de Estado en Cataluña haya ido
evolucionando desde una declaración de independencia institucional en el Parlament,
que fracasó, hasta otros planteamientos menos pacífiicos ¡Qué alguien me explique
donde hay golpistas pacíficos! Los golpistas siempre recurren a la violencia si
no pueden conseguir sus fines por otros métodos. Puigdemont y los que le apoyan
saben perfectamente que, después de 30 años de adoctrinamiento en las escuelas
y en la televisión pública catalana, Cataluña está partida en dos y que con
menos del 50% de los votos de los ciudadanos no pueden llegar nunca a la independencia.
Así lo han reconocido en varias ocasiones algunos miembros destacados de ERC,
desde el diputado nacional, Tardá, al propio Oriol Junqueras. Ahí está la raíz
del disenso entre la formación política que dirige Puigdemont y los republicanos,
porque, mientras los de ERC estarían dispuestos a una negociación con el Estado
y a aplazar, sine díe, la independencia, Puigdemont se ha echado en brazos de
gentes que no le van a consentir una vuelta a atrás, unos porque quieren obtener
réditos políticos en una nueva república y otros porque quieren recuperar el
dinero que le han prestado para sus correrías en el extranjero y/o
rentabilizarlo.
Torra, siguiendo las instrucciones de su jefe, ha pactado con ERC aplazar sus disputas hasta el día
de la sentencia para los que están acusados de graves delitos de sedición,
rebelión y malversación de fondos públicos, una sentencia que necesariamente
tendrá que ser muy dura, porque las penas que contempla el Código Penal para
esos delitos, más que evidentes, son de muchos años. Yo tengo la sospecha de que
Puigdemont y sus secuaces ya han elegido el día para una insurrección violenta,
una insurrección a la que pretenden arrastrar a los republicanos de Esquerra, y
ese día será el de la sentencia ¿Cómo ERC se va a resistir a apuntarse a la
insurrección violenta cuando su líder ha sido condenado a decenas de años de
cárcel? La creación de los CDR y el apoyo explícito del propio Torra a sus
acciones de terrorismo urbano y a sus agresiones a los Mossos de Escuadra dejo
diáfano, para el que quiera verlo, de por dónde van a ir los tiros. El
escenario de una muchedumbre fanatizada invadiendo violentamente las
instituciones, enfrentándose a la policía y entrando en tropel en las cárceles
catalanas para liberar a sus “presos políticos” no se debe descartar y sería el
preámbulo de otra declaración de independencia y del regreso en olor de multitudes
de Puigdemont. El Gobierno central haría bien en contemplar esta posible
contingencia, ahora que ni hay aplicación del Artículo 155 ni hay desplegados
en Cataluña miles de policías nacionales y guardias civiles ni nada que lo
pudiera impedir. Este guion me recuerda mucho a lo que sucedió en Ucrania en el
golpe de Estado contra el presidente Viktor Yanukóvich, no solo porque las
actuaciones violentas de los golpistas de la Plaza del Maidán se parecen en gran medida a las que ya están realizando los CDR, también a que algunos personajes que
estuvieron detrás de aquel golpe de Estado son exactamente los mismos que están
detrás de lo que ya tienen preparado para Cataluña.
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