El presidente del Gobierno y
secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, y el líder de Unidos Podemos, Pablo
Iglesias, han firmado un acuerdo que era la condición de la formación
rojimorada para apoyar los Presupuestos Generales del Estado del año que viene.
El acuerdo contempla una serie de acciones necesarias, reivindicaciones de mucha gente, siendo la más llamativa la subida del Salario
Mínimo Interprofesional (SMI) a 900 euros, pero donde hay otras, como la
gratuidad de cero a tres años, más dinero para la dependencia, regulación de
las apuestas “on line”, rebaja del IVA a
productos femeninos de uso obligado y a los servicios veterinarios, más becas y
menos tasas, etc, no menos contundentes. Lo mejor es que en el debate previo a
la firma de este acuerdo se han dejado de lado algunas medidas fiscales que se
habían adelantado y que no estaban bien pensadas, como la subida de los
impuestos a la banca, que acabaríamos pagando los clientes, y la elevación del
IRPF a los salarios de más de 60.000 euros al año, que desincentivaba el
esfuerzo de los trabajadores más preparados. El dinero vendrá por otras vías y
serán los más ricos los que, en verdad, paguen: tributarán dos puntos más de
IRPF las rentas de más de 130.000 euros al año y cuatro puntos más las rentas
de más de 300.000 euros anuales, habrá un incremento del 1% a las fortunas de
más de 10 millones de euros en el Impuesto
sobre el Patrimonio, las SICAV
tributarán más, etc. El acuerdo, sin embargo, es mucho más amplio y contempla otras
medidas no solo económicas y sociales, como el compromiso del PSOE de cambiar
la Ley Electoral y hacerla más proporcional y, por tanto, más justa que la
actual ley. Es decir, estamos ante la plasmación de todo un acuerdo estratégico
de Gobierno entre el PSOE y Unidos Podemos, ese acuerdo que tanto temía la
derecha y que, para evitarlo, movilizó a conspicuos históricos socialistas y al
ala más derechista del PSOE que urdieron un golpe contra su propio secretario
general. Afortunadamente, la militancia del partido que fundara casualmente otro Pablo
Iglesias puso a cada uno en su sitio. Este acuerdo estratégico proporcionará,
sin duda, réditos electorales al PSOE y a Pedro Sánchez, aunque no se llegue a
plasmar en los próximos meses, pues toda la socialdemocracia europea ha desaparecido o se ha
minimizado menos en los pocos países donde se ha aliado con otras formaciones a
su izquierda, como en Portugal, y ha implementado programas de verdadera
izquierda. No está claro que lo mismo suceda con Unidos Podemos, que son los
que han escrito este guion, porque a veces el electorado es injusto, pero ¿Podemos nació para ser un fin en sí mismo o para ser un instrumento que
canalizara la indignación? Ha quedado demostrado que sin vicepresidencias, sin
ministerios y sin un relato incendiario, solo con ese discurso y gesto monacal
que se le ha puesto a Pablo Iglesias desde que ha sido padre y con trabajo
arduo entre bambalinas se pueden hacer muchas cosas. Este acuerdo, ya lo he
dicho, no gusta nada a la derecha, pero tampoco a los formaciones
nacionalistas, por eso es muy probable que unos hagan piruetas dialécticas inverosímiles para
denigrarlo y que los otros busquen sus propias coartadas para votar en contra. Pero,
más temprano que tarde, habrá elecciones generales y los ciudadanos tendrán más
claro que nunca a quienes van a votar, si a los que proponen medidas que favorecen
a la inmensa mayoría o a los que hacen todo lo posible por enterrarlas.
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