Al calor del debate que se ha
suscitado en una parte de la sociedad española, una parte pequeña, porque a la
mayoría le importa un pimiento lo que se haga con los restos del dictador, han
salido de las catacumbas los franquistas, los que votan a esos partidos de
ultraderecha que en las elecciones generales no obtienen en conjunto ni 60.000
votos y esos que votan al PP, pero a los que se les ve la patita en cuanto se
habla de Franco. Y han salido con sus mentiras de siempre y con esa Historia
que han elaborado a la medida de sus deseos y sus intereses. Siguen repitiendo
como loros las mismas patrañas que decían en la dictadura, sin darse cuenta que
ahora España es un país democrático donde, con argumentos demoledores, les
puedes tapar la bocaza. Aunque parezca increíble y aunque a nadie en Europa se
le ocurriría alabar a un individuo así, cuarenta años después de la muerte del
dictador algunos siguen venerando al “generalísimo” y mintiendo como bellacos
para justificar lo injustificable. El embuste más manido por los franquistas es
que el general Franco lideró el “Alzamiento Nacional” “para librar a España de
una dictadura comunista”, una dictadura, según ellos, que se empezó a fraguar
en la Revolución de Octubre de 1.934. La verdad, sin embargo, es bien distinta
y puede recurrir usted a la bibliografía que quiera para comprobarlo. Durante
la Revolución de Octubre de 1.934, como al principio de la Guerra Civil en 1.936,
los comunistas eran muy minoritarios en el conjunto de la izquierda, en Román Paladino,
eran cuatro gatos. En Gijón, por ejemplo, el núcleo más industrial y más
poblado de Asturias, donde la Revolución fue severamente reprimida por las
tropas enviadas por el Gobierno de la república y mandadas precisamente por
Franco, solo había cinco personas afiliadas al Partido Comunista de España.
Cualquiera que conozca mínimamente la Historia de nuestro país sabe que en aquel
entonces las fuerzas hegemónicas de la izquierda eran los socialistas y los
anarquistas y sus poderosas centrales sindicales, la UGT y la CNT. Los
comunistas españoles no tuvieron una central sindical hasta muchísimos años
después, cuando en 1.957 se creó la primera Comisión Obrera en la Mina de la
Camocha y se afianzó durante la huelga minera de 1.962 (“La Huelgona”). El
general Franco y los que le hicieron el caldo gordo, desde grupos fascistas,
como Falange, hasta empresarios, la Iglesia, etc, no dieron un golpe de Estado
contra el “peligro comunista” dieron un golpe de Estado contra la República y
contra un Gobierno republicano de izquierdas que estaba poniendo en cuestión
sus seculares privilegios y donde los comunistas no pintaban casi nada. España se
dividió entonces en dos bandos enfrentados a muerte, los llamados por los
franquistas “rojos” cuando los anarquistas, por ejemplo, ni son marxistas ni
son rojos, y ellos, que se autobautizaron como “nacionales”, como si los españoles defensores de la república fueran extranjeros. Para “salvar a España del
comunismo” contó Franco con dos reputados demócratas como aliados: Hitler y Mussolini.
Fue en plena guerra, a partir del año 1.937, cuando los comunistas empezaron a
hacerse fuertes, gracias a su disciplina, su organización, a las Brigadas
Internacionales que organizó el Movimiento Comunista Internacional para venir a
combatir a España y a la ayuda de la URSS. Tras la Guerra Civil, los comunistas fueron los únicos que combatieron al régimen franquista, aunque sin ninguna
posibilidad de éxito, tanto es así que no se hablaba del Partido Comunista,
solo del Partido, pues no había ninguna otra organización política operativa en
la clandestinidad.
¿Una vez ganada la Guerra Civil,
aplastado el “peligro comunista” y puesta España bajo el paraguas estratégico
de los EE UU, volvió a poner Franco un régimen democrático, aunque fuera
prohibiendo el Partido Comunista? No, impuso una dictadura fascista que duró 40
años, hasta su muerte. Esa es la realidad.
FOTO: Marcelino Camacho, entonces secretario general de CC OO, y su compañera, Josefina Samper, ejemplo de comunistas.
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