Nadie habla de lo que está
pasando en el enfrentamiento que están teniendo Turquía y los EE UU, ni el
asunto es tratado y debatido en ningún foro público. Mientras un país de
ochenta millones de habitantes, miembro de la OTAN y con una situación
estratégica privilegiada se está pasando al “lado oscuro”, no interesa que la
gente sepa los porqués. Analizar la historia de Turquía desde la Segunda Guerra
Mundial es un lodazal donde nadie se quiere meter y mucho menos hacer público
ese estudio y ese debate. Los ciudadanos podrían descubrir, por ejemplo, que la
famosa crisis de los misiles en Cuba, que casi provocó una guerra mundial y que
se contó de manera sesgada, estuvo precedida por el despliegue en Turquía de
misiles nucleares estadounidenses de alcance intermedio, en las mismas
fronteras de la URSS, también todo el mundo conocería que desde el final de la
SGM Turquía ha padecido tres golpes de Estado perpetrados por los militares y
bendecidos por los EE UU: el de 1.960, el de 1.971 y el de 1.980. El último
golpe de Estado que triunfó en Turquía fue el del 12 de septiembre de 1.980 que
lideró el general Kenan Evren, entonces jefe del Estado Mayor del Ejército
Turco, y fue el más sangriento, no solo se prohibieron los partidos políticos y
los sindicatos, se clausuraron periódicos y se eliminaron las libertades, hubo
150.000 detenciones y cientos de asesinatos. USA y el capitalismo internacional
auspiciaron el golpe porque Turquía se negaba entonces a aplicar los ajustes
salvajes que le quería imponer el Fondo Monetario Internacional (FMI). A lo que
deberíamos estar asistiendo ahora es al cuarto capítulo de la misma película, pero,
hete aquí que el intento de golpe de Estado perpetrado en la noche del 15 al 16
de julio de 2.016 contra el presidente Recep Tayyip Erdogan fracasó gracias a
que los ciudadanos turcos se echaron a las calles y se pusieron delante de las
balas y de los tanques. Hubo cientos de muertos, pero los militares que
protagonizaron la asonada no quisieron seguir con la masacre y una buena parte
del Ejército se puso del lado constitucional. Todo
empezó tras una carta que el presidente de Turquía dirigió al presidente de
Rusia, Vladimir Putin, a los siete meses de que un caza F-16 turco derribara a
un bombardero táctico SU-24 ruso que realizaba operaciones contra los yihadistas
al Norte de Alepo (Siria) cerca de la frontera turca. En la carta, Erdogán
pedía perdón y se comprometía a resarcir a los familiares de los dos pilotos
rusos fallecidos. Es difícil saber cuál fue el motivo del radical cambio de
parecer del presidente de Turquía, cuyas relaciones con Rusia después de aquel
incidente estaban bajo mínimos. Distintos analistas barajaron entonces las
sanciones impuestas por Rusia a los productos agrícolas turcos, a que los dos
millones de turistas rusos que veraneaban en Turquía dejaron de ir o a la
paralización de la construcción del gigantesco gasoducto que la empresa estatal
rusa, Gazprom, iba a tender desde Azerbaiyán hasta Italia a través de Turquía,
pero hoy parece más plausible que Erdogán estuviera perfectamente informado por
los servicios secretos de su país que se iba a producir un golpe de Estado para
apartarlo del poder. En efecto, a las pocas semanas de que el presidente turco
enviara su carta al Kremlin fue el intento de golpe de Estado en Turquía y
mientras Rusia fue el primer país del mundo que, todavía en la vorágine de la
asonada, apoyó sin ambages al Gobierno de Turquía, otros, como EE UU y
Alemania, esperaron al desenlace. Tras varias conversaciones entre
Erdogan y Putin, ambos mandatarios llegaron a un acuerdo para acabar la guerra
en Siria y se reanudaron las relaciones entre sus países, esta vez más
cordiales que nunca.
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