miércoles, 15 de agosto de 2018

LA DERIVA TURCA


Nadie habla de lo que está pasando en el enfrentamiento que están teniendo Turquía y los EE UU, ni el asunto es tratado y debatido en ningún foro público. Mientras un país de ochenta millones de habitantes, miembro de la OTAN y con una situación estratégica privilegiada se está pasando al “lado oscuro”, no interesa que la gente sepa los porqués. Analizar la historia de Turquía desde la Segunda Guerra Mundial es un lodazal donde nadie se quiere meter y mucho menos hacer público ese estudio y ese debate. Los ciudadanos podrían descubrir, por ejemplo, que la famosa crisis de los misiles en Cuba, que casi provocó una guerra mundial y que se contó de manera sesgada, estuvo precedida por el despliegue en Turquía de misiles nucleares estadounidenses de alcance intermedio, en las mismas fronteras de la URSS, también todo el mundo conocería que desde el final de la SGM Turquía ha padecido tres golpes de Estado perpetrados por los militares y bendecidos por los EE UU: el de 1.960, el de 1.971 y el de 1.980. El último golpe de Estado que triunfó en Turquía fue el del 12 de septiembre de 1.980 que lideró el general Kenan Evren, entonces jefe del Estado Mayor del Ejército Turco, y fue el más sangriento, no solo se prohibieron los partidos políticos y los sindicatos, se clausuraron periódicos y se eliminaron las libertades, hubo 150.000 detenciones y cientos de asesinatos. USA y el capitalismo internacional auspiciaron el golpe porque Turquía se negaba entonces a aplicar los ajustes salvajes que le quería imponer el Fondo Monetario Internacional (FMI). A lo que deberíamos estar asistiendo ahora es al cuarto capítulo de la misma película, pero, hete aquí que el intento de golpe de Estado perpetrado en la noche del 15 al 16 de julio de 2.016 contra el presidente Recep Tayyip Erdogan fracasó gracias a que los ciudadanos turcos se echaron a las calles y se pusieron delante de las balas y de los tanques. Hubo cientos de muertos, pero los militares que protagonizaron la asonada no quisieron seguir con la masacre y una buena parte del Ejército se puso del lado constitucional. Todo empezó tras una carta que el presidente de Turquía dirigió al presidente de Rusia, Vladimir Putin, a los siete meses de que un caza F-16 turco derribara a un bombardero táctico SU-24 ruso que realizaba operaciones contra los yihadistas al Norte de Alepo (Siria) cerca de la frontera turca. En la carta, Erdogán pedía perdón y se comprometía a resarcir a los familiares de los dos pilotos rusos fallecidos. Es difícil saber cuál fue el motivo del radical cambio de parecer del presidente de Turquía, cuyas relaciones con Rusia después de aquel incidente estaban bajo mínimos. Distintos analistas barajaron entonces las sanciones impuestas por Rusia a los productos agrícolas turcos, a que los dos millones de turistas rusos que veraneaban en Turquía dejaron de ir o a la paralización de la construcción del gigantesco gasoducto que la empresa estatal rusa, Gazprom, iba a tender desde Azerbaiyán hasta Italia a través de Turquía, pero hoy parece más plausible que Erdogán estuviera perfectamente informado por los servicios secretos de su país que se iba a producir un golpe de Estado para apartarlo del poder. En efecto, a las pocas semanas de que el presidente turco enviara su carta al Kremlin fue el intento de golpe de Estado en Turquía y mientras Rusia fue el primer país del mundo que, todavía en la vorágine de la asonada, apoyó sin ambages al Gobierno de Turquía, otros, como EE UU y Alemania, esperaron al desenlace. Tras varias conversaciones entre Erdogan y Putin, ambos mandatarios llegaron a un acuerdo para acabar la guerra en Siria y se reanudaron las relaciones entre sus países, esta vez más cordiales que nunca.

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