España tiene un país parásito,
que no es la garrapata de Gibraltar, que también, es Marruecos, un país que nos
tiene tomada la medida y que se ha dado cuenta hace mucho tiempo que los
españoles somos gente poco seria y bastante estúpida a la que se le puede tomar
impunemente el pelo. Sin remontarnos a la Guerra del Rif y a las desastrosas
campañas militares españolas en la tierra de los alauitas, aunque bien podría, es
mucho más reciente lo que sucedió en el Sáhara Occidental, país que Marruecos
arrebató a la potencia colonial administradora, España, y a sus legítimos dueños, los saharauis, por
la cara. Pero, una vez robadas las riquezas de los fosfatos, el petróleo y la
pesca del Sáhara Occidental los marroquíes han seguido extorsionando a España
y, de rebote, a toda la Unión Europea, me refiero en concreto a esos acuerdos de pesca mil
millonarios que consigue Marruecos a cambio de permitir que los barcos
españoles pesquen en unas aguas que no son, según la ONU, marroquíes. Pero, este asunto es solo la punta del iceberg del monumental chollo que tiene Marruecos con
España. Miles de mujeres marroquíes acuden a dar a luz gratuitamente a los
hospitales de Ceuta y Melilla, y casi 800.000 marroquíes viven como inmigrantes
en España, la mayor comunidad foránea con diferencia, la mayoría indocumentados,
cobrando subvenciones, salarios sociales y ayudas del Estado español (sanidad y
educación incluidos) y aliviando la presión social sobre los sátrapas alauitas.
También España es el punto de entrega donde la droga de Marruecos entra en
Europa, otro lucrativo negocio gracias al buenismo bobalicón de los papanatas,
pues en ningún país del mundo se tolera que los narcotraficantes agredan a las
policías cuando desembarcas droga en las playas a plena luz del día y que den
cortes de manga desde sus planeadoras cargadas hasta los topes de fardos a los
helicópteros policiales. El último negocio que han descubierto los marroquíes
es el del tráfico ilegal de personas. Primero fueron las mafias, las mismas
mafias de la droga, en connivencia con las ONGs que pagamos todos mediante el
dinero que se les asigna en los Presupuestos Generales del Estado, las que se
lucraron pasando inmigrantes en pateras, pero enseguida Mohamaad VI y sus
secuaces han querido una buena parte de este enorme pastel, como de los otros
que ya se comían. Así que ahora han vuelto a su conocida afición, extorsionar a
España, esta vez amenazándonos con enviarnos inmensas oleadas de subsaharianos si no les damos la pasta gansa que exigen. Pues bien, Sánchez y Merkel ya han
cedido al chantaje, y todos sabemos que los chantajistas nunca tienen
suficiente.
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