sábado, 5 de marzo de 2016

LA PROSTITUCIÓN EN ESPAÑA

Los programas de los partidos políticos españoles están hechos para no ser cumplidos. Cualquier disculpa es buena para ello, unos dirán que porque se lo impidieron las cuentas que no conocían de la herencia recibida (que se lo cuenten a Gallardón) y otros, cuyos principios son como los de Groucho Marx, porque firman acuerdos que se parecen muy poco o nada a lo que prometían en campaña electoral. En este sentido, yo estoy completamente seguro que poquísima gente ha leído el documento de 66 páginas que firmaron Pedro Sánchez y Albert Rivera, pero, eso sí, se permiten opinar alegremente del asunto, acusando a los “perroflautas” que dirige “el coletas” de no querer sumarse a un pacto que (lo dice al final del documento, para que sea menos llamativo) plantea la subida de solo un miserable 1% del Salario Mínimo Interprofesional (como el PP) que sea el Estado, con dinero público, el que complemente los salarios mas bajos, o que los trabajadores se paguen su propio despido. En ese documento no aparece por ninguna parte algo muy importante del programa electoral socialista, que la diputada por Asturias, Adriana Lastra, llevó como bandera para pedir el voto: la prohibición de la prostitución en España.
La prostitución es uno de los graves problemas que tiene este país y que nunca sale en las encuestas del CIS, como el problema gitano, por ejemplo. A nadie parece importarle que mas de 400.000 mujeres sean explotadas por las mafias en España y que mas de 800.000 personas, una etnia completa, vivan principalmente de los salarios sociales y muchos también de actividades al margen de la Ley. Sobre estos asuntos no se ha corrido un telón de acero, sino la cortina de la vergüenza. ¿Ha visto usted a las feministas de pacotilla salir a la palestra defendiendo a esas mujeres esclavizadas? ¿ha visto usted a las descerebradas de Femen manifestarse puño en alto y pechos al viento, enrabietadas, en La Junquera ante el mayor prostíbulo de Europa? ¿ha visto usted a los/as que dicen defender a las mujeres poner el grito en el cielo ante matrimonios de niñas y la ceremonia del pañuelo? Yo tampoco.
Cuando se habla de actuar sobre la prostitución, una actividad que en España se mantiene en un limbo legal, enseguida salen a relucir dos posturas, pues nadie puede sostener que el asunto hay que dejarlo como está: una, que defiende su legalización, como en Holanda, donde las prostitutas se pueden ver en los escaparates como si fueran una mercancía, y, otra, que aboga por su prohibición, como en Suecia y en Francia. Suecia prohibió la prostitución en 1.999 y el Gobierno de Hollande, con el apoyo unánime de todos los grupos de izquierda, también la ha prohibido en Francia, estableciendo multas de 1.500 euros para los clientes y de 3.750 euros si son reincidentes.
La prostitución, no lo olvidemos, en un gigantesco nicho de negocio que mueve muchísimo dinero, por tanto, no debe extrañarnos que la idea de legalizarla nada tiene que ver con acabar con las mafias, con la trata de blancas y con la explotación miserable de centenares de miles de mujeres, sino con hacer aflorar una actividad económica que provea del dinero mas sucio del mundo a las arcas del Estado.

Conviene recordar este terrible drama ahora que algunos se llenan la boca hablando de cambio.

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