miércoles, 2 de marzo de 2016

EMOTIVO DISCURSO DE PABLO IGLESIAS

Tras el esperado voto negativo del PP y de Podemos a la investidura de Pedro Sánchez, el discurso del candidato y de los líderes de las demás fuerzas políticas hay que entenderlos ya en clave electoral. Si no hay un milagro, los nuevos comicios son inevitables. En este sentido, a mi entender, ha sido Pablo Iglesias el que mejor ha sabido aprovechar la situación que le brindaba poder hablar desde la tribuna del Congreso de los Diputados a todo el país. Hemos asistido al primer acto electoral de Podemos y su líder lo ha ejecutado de forma magistral. Mientras Pedro Sánchez y Rajoy se tiraban los trastos a la cabeza, incluidas descalificaciones personales (“usted es mas tapón que yo”) Pablo Iglesias empezó su discurso recordando a los que lucharon por la democracia y las libertades y a los últimos asesinados por el franquismo, y continuó abanderando a los parados, a los de los contratos precarios, a los desahuciados y, en fin, a la inmensa masa de españoles que lo están pasando mal y que están hasta los mismísimos de los que les han estado gobernando hasta ahora, de sus políticas y de sus mentiras. Iglesias recordó cuando a los del movimiento del 15M les dijeron: “dejaros de protestar en la calle y presentaros a las elecciones”, pues bien, ya estamos aquí, apostilló. El líder de Podemos no perdió demasiado el tiempo argumentando sobre el pacto PSOE-Ciudadanos, que contempla medidas inasumibles para la izquierda, “es el programa de Gobierno de la Naranja Mecánica y de los poderes fácticos”, sentenció, se centró en tocar los sentimientos, el corazón de la gente. Recordó al histórico partido socialista que fundara alguien de verdadera izquierda, otro Pablo Iglesias, y se puso del lado de los ciudadanos y en contra del poder económico, que es el que verdaderamente gobierna al margen de la democracia. Ni siquiera se olvidó de los policías y guardias civiles: “hasta se tienen que comprar los chalecos antibalas con su propio dinero”, denunció.

El líder de Podemos lo ha entendido a la perfección, las elecciones no las ganan los programas, las razones o las ideas, las ganan sobre todo los sentimientos. El que es capaz de tocar el corazón de la gente y emocionarla triunfa. En ese sentido, el emotivo discurso de Pablo Iglesias ha sido de libro.

2 comentarios:

  1. El manual del populismo, Iglesias lo domina a la perfección. Sabe cómo llegar a lo sentimientos de la “gente” y eso explica su notable éxito electoral en las elecciones del pasado 20-D. Pero seguramente sabe también que la apelación a los sentimientos no sirve para gobernar. Gobernar es otra cosa; es intentar satisfacer las necesidades de la gente y esas necesidades no se satisfacen ofreciendo apelaciones a sus sentimientos. Esa es la diferencia entre “predicar y dar trigo”.

    Por eso -y también porque tal vez esté en lo del “sorpasso” más que en otra cosa- a Iglesias no le interesa llegar a ningún acuerdo para la investidura de Pedro Sánchez. Así se explica su táctica de no querer nada con un acuerdo en el que esté Ciudadanos o de exigir un peaje muy alto para apoyar la investidura. Tengo para mi que eso explica la exigencia de compartir responsabilidades de gobierno con aquél que resulte investido con los votos de Podemos (Una vicepresidencia, varios carteras ministeriales para su partido y para IU y no precisamente las de menor enjundia).

    En esa misma estrategia hay que enmarcar el duro discurso de ayer de Pablo Iglesias en sede parlamentaria. Como mitin está muy bien; como discurso parlamentario dejó bastante que desear, bajo mi modesto punto de vista.

    Iglesias seguramente tampoco ignora que una cosa es lo que se le diga a la “gente” para apelar a sus sentimientos y conseguir su apoyo y otra muy distinta gobernar. Gobernar con las imposiciones que establecen nuestros socios europeos. Pero si no lo tuviese claro, que yo creo que sí lo tiene, bastaría con que girase una visita a la Plaza Sintagma de Atenas para tomar un café con su amigo Tsipras.

    El ideario de Podemos es tan legítimo, faltaría más, como cualquier otro (aunque él sí le reste legitimidad a otros). Pero es radicalmente incompatible con la permanencia de España en la Eurozona. En la práctica es un ideario estéril para la situación y el momento actual de España.

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  2. Si algo tiene de apasionante el debate político actual en España es el contexto en el que se produce. El mapa político español ha cambiado drásticamente desde las últimas elecciones locales y, sobre todo, desde las elecciones legislativas del 20-D. La irrupción de los llamados partidos emergentes ha trastocado los roles tradicionales de los partidos mayoritarios; sobre todo el rol del PSOE. Ya se verá si ese nuevo contexto ha llegado para quedarse o si va a ser más efímero.

    Tradicionalmente, al PSOE siempre le ha funcionado la estrategia de utilizar como muleta a los partidos situados a su izquierda. Primero se aprovecha de lade agitación de esos partidos en los movimientos sindicales y sociales (“Deja que los chicos de la gasolina muevan el árbol, que ya llegaremos nosotros para recoger las nueces” -Arzalluz dixit-), apelando al voto útil para ganar las elecciones para, acto seguido, seguir agitando el espantajo del miedo a la derecha para granjearse los apoyos necesarios para llega al poder o mantenerse en él (Si no me dais vuestro apoyo, terminará gobernando Rajoy)

    Esa, y no otra, es la estrategia que eligió Pedro Sánchez. Primero dijo que con el PP nada de nada, para arruinar cualquier intento de Rajoy por intentar la investidura y, además, para tratar de situar al PSOE como el referente de la izquierda, en torno al cual debería concitarse toda la contestación anti-PP; que dicho sea de paso, se lo puso muy fácil con los casos de corrupción que asolan al Partido Popular.

    La diferencia es que, en el nuevo escenario político, hay más actores. Hay dos “bisagras”, pero ninguna de ellas suma lo suficiente; con el agravante, además, de que una abre hacia la derecha y la otra hacia la izquierda, con lo cual la puerta no puede abrirse. Pero, para agravar el escenario, habría que conseguir también el apoyo, siquiera fuese por omisión, de partidos independentistas echados al monte y el órgano máximo de decisión del PSOE dictaminó que esa era una línea roja que Sánchez no podría traspasar.

    Por si todo lo anterior no fuese suficiente para dificultar la cuadratura del círculo que intenta Sánchez, se encuentra ante un nuevo partido (Podemos) que compite con él en el espacio de la izquierda, que llega con un discurso populista y sin lastres del pasado (En el PSOE también hay bastante corrupción, si bien distinta que la que existe en el PP) y con la pretensión de consumar el “sorpasso”. Todas esas circunstancias tienen, además, un nuevo agravante: El PSOE se enfrenta con una cultura nueva, con una sensibilidad distinta y desconocida frente a su modelo tradicional de abordar la negociación.

    Realmente, las diferencias entre el PSOE y Podemos son insalvables. El PSOE es un partido perfectamente homologable a lo que hay en Europa. Podemos no lo es, por diferentes motivos. Aquí expreso algunos de los que yo veo: 1.- Refutan la transición, 2.- Refutan el marco constitucional, 3.- Refutan el modelo territorial, 4.- Refutan el marco europeo, 5.- Refutan la política monetaria en la U.E., 6.- Refutan las políticas económicas y así se podrían seguir añadiendo refutaciones “ad livitum”.

    Creo que estamos abocados a la convocatoria de nuevas elecciones. Pero, en política, nunca se puede garantizar que nada vaya a ocurrir o, parafraseando a Rajoy, a no ocurrir.

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