domingo, 6 de marzo de 2016

CHINA REACCIONA

Ante la gravedad de la situación económica mundial, provocada por la sobreproducción industrial y de materias primas, dos países han sido los primeros en reaccionar en serio, Rusia, que ha llegado a un acuerdo con algunos países de la OPEP para limitar la producción de crudo y lograr la subida de los precios y China, que ha anunciado algo mas que un golpe de timón económico. El giro copernicano de la economía china será beneficioso para la que ya se convirtió el año pasado en la primera economía mundial, pero puede agravar muy seriamente a otras grandes economías, las de EE UU, la UE y Japón, que no han podido o no han sabido tomar las medidas que la situación requería.
La Asamblea Nacional Popular, formada por mas de 2.000 delegados llegados de todos los rincones de China, aprobó un nuevo plan quinquenal que acometerá de inmediato un nuevo modelo de crecimiento económico. La política económica china ya no estará centrada en las exportaciones y las inversiones en el exterior, sino en potenciar los servicios y el consumo interno. Dentro de esta nueva política revolucionaria tendrá un protagonismo especial la nueva política industrial y energética que, como punto mas llamativo, prevé cerrar las minas de carbón (no olvidemos que China es el primer productor mundial de carbón y el que mas reservas tiene) y cerrar también todas las centrales electrotérmicas que funcionan con hulla. Las grandes cantidades de energía eléctrica que necesita el país se obtendrán a partir de energías renovables, de centrales electrotérmicas que consumirán gas ruso y de energía nuclear. China es el primer país que va a cumplir con creces los objetivos sobre emisiones acordados en la Cumbre del Clima de París, el gigante amarillo pasará de ser uno de los países con el aire mas contaminado del mundo a ser el espejo donde tendrán que mirarse los demás. Algunos hemos defendido con pasión que el cambio de modelo energético y la revolución verde, lejos de ser un problema económico, son una oportunidad para nuevos nichos de negocio y para un crecimiento económico sostenible. Los dirigentes chinos parece que han rectificado y ya comparten esa idea.
China es un Estado cuyo sistema político tiene sus peculiaridades, empezando por que no es siempre fácil saber quien lidera el país. Mucha gente todavía cree que el fallecido Deng Xiaoping, el de la famosa frase “qué importa el color del gato si caza ratones”, que sacó a esa gran nación del atraso secular, era el presidente, el primer ministro, o el secretario general del Partido Comunista, pero solo era el secretario de la Comisión de Defensa del Comité Central. China la gobierna el PCCh y su líder no siempre coincide con el cargo de mas relevancia política o institucional. Ahora no es el caso, porque es precisamente el presidente de la República, Xi Jinping, el principal impulsor de la nueva revolución china, afianzando los acuerdos estratégicos (principalmente con Rusia) y dirigiendo con valentía los cambios radicales que necesita el país.
La nueva política económica china busca tener menos dependencia del exterior y, sobre todo, mejorar el nivel de vida de la población, para que el alto nivel de ahorro que ya tienen las familias se traduzca en un mayor consumo de bienes y servicios. Tras el nuevo programa económico chino no hay solo palabras, hay ingentes cantidades de dinero público (se prevé incluso un déficit presupuestario de hasta el 3%) que será la mayor inversión estatal de la Historia del mundo y que transformará por completo al país mas poblado de la Tierra.


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