Tras el terremoto político del
domingo 25M, donde el bipartidismo ha perdido en España cinco millones de votos,
se siguen produciendo movimientos sísmicos y réplicas de mucha intensidad, pues
los grandes partidos, que ya no lo son tanto, como las placas tectónicas,
quieren volver a asentarse. La primera gran consecuencia de los malos resultados
electorales de populares y socialistas ha sido el anuncio por Rubalcaba de que
abandonará la secretaría general del PSOE y que van a convocar un congreso extraordinario,
para los días 19 y 20 de julio, donde se elegirá una nueva dirección, y posteriormente
habrá unas primarias para elegir el candidato a la presidencia del Gobierno,
que puede ser el mismo secretario general, como sería lo lógico, o no. Como
todo el mundo recuerda, los socialistas ya celebraron un congreso en Sevilla
tras la debacle electoral de las últimas elecciones generales y posteriormente
una conferencia política con la intención de rearmarse de cara a la opinión pública.
De aquella conferencia salieron diciendo “hemos vuelto”, “regresamos” y cosas
por el estilo. No es que hubieran estado de vacaciones, estaban, y están, en el
Limbo. Ayer estuve bastante ocupado escuchando declaraciones de Carme Chacón,
Eduardo Madina y Patxi López (su dimisión como secretario general del PSE confirma sus aspiraciones), tres conspicuos socialistas que se postulan a
recoger el testigo que deja Rubalcaba, como era de esperar estaban mas
preocupados por posicionarse que por hacer autocrítica y dar un golpe de timón
ideológico a su organización. Eduardo Madina, por ejemplo, no solo no respondía
a ninguna de las preguntas que le hacían en la SER, saliendo por los cerros de
Úbeda, su única propuesta política era abrirse a la sociedad, como si los
ciudadanos fueran los que tuvieran que elaborar el programa y dictar la
ideología del partido. El desconcierto es total, porque el problema del PSOE, como
el de otros partidos socialistas europeos, es ideológico, la socialdemocracia no
tiene respuestas para enfrentarse a las políticas neoliberales y al poder del
gran Capital y un cambio de cara no va a solucionar sus problemas ni a parar su
declive. Por si nos sirve de ejemplo, en Francia los socialistas ya vivieron un
proceso parecido, de congresos y cambio de caras, cuando ganó las elecciones
Sarkozy. Con Hollande en el Elíseo pensaron que había invertido la tendencia,
pero, como hemos podido ver, estaban completamente equivocados, porque seguían
cometiendo los mismos errores del pasado.
El Partido Popular ha ganado las
elecciones, sí, pero ha sido una victoria pírrica, porque ha perdido dos
millones y medio de votos y 8 diputados. Pero, los populares han tenido la
habilidad de que la opinión pública no visualice su preocupación y dejar que
sean los socialistas los que expongan sus heridas. Naturalmente, la derecha ha
analizado lo que ha sucedido y los jefes de Gobierno de la UE, donde los
conservadores son mayoría, se van a reunir dentro de pocos días para elaborar una
estrategia que intente frenar una marea que pone en peligro el poder
establecido. En Asturias, donde los votos de IU+Podemos son mayoría, ya ha salido Gabino Magdalena, perdón, de Lorenzo,
para advertir del “peligro” que se cierne sobre nosotros: “se imaginan lo que
podría suceder si la extrema izquierda copara ayuntamientos y Gobierno”. El
miedo está poniendo nerviosa a mucha gente.
Tras los resultados de los
comicios europeos, el cabeza de lista de IU, Willy Meyer, ha propuesto a Podemos
que se integren en su mismo grupo parlamentario, es decir, en Izquierda
Unitaria Europea-Izquierda verde Nórdica, donde está la vanguardia de la
izquierda europea y el coordinador general de la coalición rojiverde, Cayo
Lara, ha dicho que estaría encantado de establecer una plataforma conjunta para
las elecciones autonómicas y municipales. Es una propuesta que no deberían
rechazar, porque Podemos no tiene ni cuadros, ni “aparato” para enfrentar unas
elecciones como las que nos esperan el año que viene.
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