martes, 20 de mayo de 2014

LA CIBERGUERRA

Ya ha comenzado la Tercera Guerra Mundial, pero esta no se desarrolla en los campos de batalla tradicionales, como las múltiples guerras locales convencionales que la complementan, sino en el ciberespacio. Miles de soldados y especialistas contratados por los Gobiernos trabajan día y noche en este nuevo conflicto donde un nuevo “Gran Hermano” espía a todos los ciudadanos del mundo y donde se controlan las transacciones bursátiles, las transferencias de capitales, los intercambios entre las empresas, las ofertas de nuevos contratos, en fin, absolutamente todo.
Fueron dos circunstancias las que popularizaron un conflicto que, aunque conocido, se desarrollaba en la sombra. Las denuncias de WikiLeaks (recordemos que Julián Assange sigue confinado en la embajada de Ecuador en Londres para salvaguardar su vida) y del ex agente de la CIA, Edward Snowden (refugiado en Rusia), pero hubo algún otro acontecimiento, como el ciberataque de los EE UU al programa nuclear iraní o la denuncia por Francia de que el servicio de escucha y vigilancia mundial de los países anglosajones, ECHELON, se estaba usando contra las empresas europeas y no solo para prevenir ataques terroristas, como se decía, que hizo que la opinión pública conociera lo que estaba pasando.
Esta guerra no solo tiene de diferente que se desarrolla desde un teclado y no en la torreta de un tanque, también que los enemigos no están muy definidos, porque no solo se espía y se prepara el ataque contra los adversarios políticos tradicionales, sino que se controla la vida de todos los ciudadanos, lo que hacen, quienes son sus amigos, donde trabajan, que opinan, etc. Hasta tienen bien archivadas las fotos que los usuarios suben a los foros sociales. Snowden denunció con pruebas que se espiaba a los Gobiernos aliados y a sus primeros ministros, sus reuniones, sus llamadas de teléfono, etc. Sin ningún control legal, porque sus actividades están al margen de la Ley, los nuevos soldados invaden nuestra intimidad y se preparan para saltos mas agresivos si sus jefes, que tampoco está muy claro quienes son, lo estiman necesario.
Una de las evidencias mas preocupantes es que es vox pópuli que todas las grandes empresas informáticas norteamericanas colaboran en esta nueva guerra, aportando todo tipo de datos de usuarios particulares, empresas y Gobiernos. Lo que no es tan conocido es que algunas de esas empresas, trabajan con la NSA para introducir troyanos en los ordenadores a través de sus programas operativos, actualizaciones o simplemente al conectarse a Internet. Esos archivos permanecen durmientes en los discos duros o en la memoria hasta que una orden, un tiempo, u otro condicionante preestablecido los hace cumplir la función para que fueron diseñados.
Mientras Rusia y China tienen sus propios programas operativos en sus empresas la UE está completamente colonizada por sistemas como Windows, que pueden poner en serio peligro su integridad y su seguridad.

Pero, lo mas preocupante es que los ciberataques pueden llegar a introducirse en los sistemas informáticos que controlan las armas nucleares. Un error fatal podría provocar, por ejemplo, el disparo de un misil estratégico, desencadenando un conflicto que podría aniquilar toda la vida sobre la Tierra. Es decir, por si alguien aún no lo ha comprendido, los nuevos soldados del teclado, además de meter las narices en todas nuestras cosas, pueden hacer correr mucha sangre.

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