La irresponsable actitud del
presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, al firmar un documento, en la cumbre
del G-20 en San Petersburgo, junto con otros 9 países, apoyando las tesis de EE
UU para bombardear Siria, pone en grave peligro a las tropas españolas de
interposición desplegadas en el Líbano bajo bandera de la ONU.
Los soldados de la ONU fueron
desplegados en Líbano después de la última invasión israelí que, aunque utilizó
toda clase de armas contra la indefensa población civil, incluidas bombas de
aviación de fósforo blanco (ante la pasividad de la “comunidad internacional”)
salieron mal parados, pues tanto sus buques, que bombardeaban desde la costa,
como sus carros de combate “Merkava”, tuvieron la respuesta adecuada de los
misiles de fabricación iraní en manos de Hezbolá. En teoría, la
misión de la ONU tenía por objeto evitar que los milicianos del “Partido de
Dios” atentaran contra Israel, pues ese era el pretexto sionista para invadir
Líbano, pero la realidad era muy distinta y Hezbolá estaba encantado con el
despliegue de los cascos azules, pues eso era una garantía contra nuevas
invasiones de Israel. En un principio se temió que los soldados españoles, y de
los demás países que participaban en el operativo, estuvieran en el punto de mira de Hezbolá, pero fueron respetados y se impuso la confraternización entre soldados
y civiles.
El presidente Obama, desesperado
porque las grandes potencias dieron la espalda a sus belicosas iniciativas en
la cumbre del G-20, ha presentado un documento de apoyo a los mas dóciles, para
no salir con el rabo entre las piernas de San Petersburgo. Pero, Rajoy no
solamente ha firmado ese documento, el ministro de Defensa, Morenés, se ha
entrevistado con varios generales del Pentágono para preparar toda la logística
para el despliegue aéreo y naval norteamericano que, como ya sucedió en otras
ocasiones, utilizará las bases españolas como plataforma para la agresión. De facto
es una declaración de guerra que no ha pasado, como exige la Constitución, por
el Parlamento, y, por supuesto, sin el mandato del Consejo de Seguridad de la
ONU.
Solo queda pendiente la
aprobación del Congreso de los EE UU el día 9, cosa mas que probable, pues de
todos es sabido que el lobby del armamento sufraga las campañas electorales de
muchos políticos estadounidenses y que, tras la retirada de Afganistán, urge
otra guerra, pues hay que mantener la actividad de las 25.000 fábricas que se
dedican a esta actividad en USA.
Pero, este conflicto no va a ser
como los de Iraq y Afganistan, puede convertirse en otro Vietnam, pues
enseguida va a implicar a otros países de la zona, entre ellos a Líbano, donde
los algo mas de 800 soldados españoles, gracias a Rajoy, serán ahora objetivo a
batir.
No es la primera vez que los EE
UU actúan militarmente en la zona, cualquier excusa es buena, ya en los años 80
los norteamericanos bombardearon profusamente Líbano, causando miles de muertos.
El acorazado de 58.000 toneladas “New Jersey”, utilizado como buque de línea,
era particularmente odiado, pues hostigó
durante varios meses a la población
pacífica del Líbano, usando incluso las piezas de 406 mm (calibre
principal). Se retiraron tras el atentado contra su embajada en Beirut, el cual
tuvo lugar el 18 de abril de 1.983, causando mas de 60 muertos, la mayoría
personal de la embajada y de la oficina regional de la CIA.
El presidente del Gobierno tiene
que comparecer de inmediato en el Congreso de los Diputados y explicar porqué,
como hizo Aznar (esa fue la verdadera razón por la que el PP perdió las elecciones ante Zapatero) quiere llevar a España a una guerra ilegal que rechaza mas del
80% de sus ciudadanos, independientemente de su filiación política, conscientes
de que puede ser mucho peor el remedio que la enfermedad.
En la foto: el ministro de Defensa español, Pedro Morenés, en el Pentágono.
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