sábado, 14 de septiembre de 2013

LA AMENAZA DEL GOLPE DE ESTADO

Otra vez se cierne sobre España la amenaza del Golpe de Estado, como si fuera una maldición que acompaña a nuestra patria. En los últimos 35 años ya hemos tenido uno, que tuvo éxito, no la fantasmada de Tejero, sino el que apartó al presidente Suárez del poder unas semanas antes. Ahora, los políticos que nos han estado gobernando no ven otra salida para la situación que han propiciado en Cataluña que forzar la Constitución para dar satisfacción momentánea a los independentistas.
Conviene recordar, cuando van a solicitar nuestra comprensión con la fechoría, a quienes hablaban catalán en la intimidad y apoyaban a los nacionalistas en Cataluña, para que estos les apoyaran en el Congreso de los Diputados y a quienes gobernaban en el Tripartito con los independentistas que abrían embajadas en el extranjero.
No es la primera vez que se pretende forzar la Constitución desde el propio Gobierno de España. Zapatero asumió como suyo un estatuto de autonomía consensuado entre socialistas, nacionalistas e independentistas, que fue aprobado por el parlamento de Cataluña, porque ya había dicho que aceptaría todo lo que saliera de la cámara de representación catalana. La cosa no prosperó, porque el concierto económico que contemplaba, similar al vasco y navarro, no tenía encaje en nuestra carta magna y el Tribunal Constitucional lo echó abajo. Pero el acuerdo entre PSOE, PP y nacionalistas de derechas permitió que se modificara la Constitución, sin el obligado referéndum, para introducir un tope al déficit y satisfacer las demandas del gran capital internacional. Como advertimos en su día, un precedente muy peligroso que abría el “melón constitucional” sin consultar al pueblo y que podía abrir la caja de Pandora.
Cuando el Partido Popular llegó al Gobierno no puso en su sitio a los nacionalistas catalanes. El PP había defendido la inconstitucionalidad del Estatut, pero, alarmado el Gobierno de Rajoy con el órdago independentista, los populares buscaron un camino que soslayara la legalidad sin parecerlo y se inventaron el “reparto asimétrico”, es decir, dar mas a Cataluña que al resto de CC AA, permitiendo, por ejemplo, un tope de déficit mas alto. Pero esto no fue suficiente, porque los nacionalistas ya habían saboreado la miel del concierto económico diferenciado, que enterraba definitivamente el “café para todos”, y no estaban dispuestos a volver atrás. Consecuencia de eso es todo lo que ha venido después, incluido el echarse al monte de Artur Mas y los suyos, presionados con ERC.
El PSC, vapuleado en las elecciones, busca no desaparecer pensando que una deriva hacia posiciones cercanas al independentismo puede ser su tabla de salvación. En esa loca aventura está arrastrando a una buena parte del PSOE, no solo a nivel de partido, también mediático. Y el Gobierno del Estado, agobiado por los problemas que no sabe como encarar, no toma ninguna decisión drástica en un asunto para el que ya no valen aspirinas ni paños calientes, necesita cirugía intrusiva y la necesita ya, antes de que sea demasiado tarde.

Para salir del paso y ganar tiempo (su principal preocupación son las elecciones que, a partir de la próxima primavera llegarán en cascada) ante el reto del independentismo catalán, que ellos mismos han alimentado, los grandes partidos intentarán forzar la Constitución sin consultarnos. Eso, digámoslo sin ambages, es un golpe de Estado en toda regla.  

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