domingo, 12 de agosto de 2012

EL PROBLEMA ELÉCTRICO EN ASTURIAS

Si España tiene un grave problema con el coste energético y en particular con la tarifa eléctrica, para Asturias, una región donde se asientan tres de las principales empresas que mas electricidad consumen del país, Arcelor, Alcoa y Asturiana de Zinc, el asunto llega a poner en peligro la supervivencia del tejido industrial regional, en un momento donde la minería del carbón está a punto de pasar a la Historia y con más de 100.000 parados.
Ante la espada de Damocles de la deslocalización que pende sobre nuestras cabezas, ha saltado la alarma en el Gobierno regional, los ayuntamientos que se verían mas afectados, los sindicatos, empresarios, etc. Todo el mundo se echa ahora las manos a la cabeza y proliferan las editoriales y artículos de opinión que nos describen el dramático escenario que tenemos frente a nuestras narices, pero que no profundizan en las causas ni en los responsables.
Y es que la alegría con la que los políticos llevan gestionando algunos asuntos en España se ha revelado tan peligrosa para los ciudadanos que la gente ya ha situado a los que usufructúan los cargos públicos entre nuestros principales problemas, es más, yo digo, sin ambages, que son nuestros principales enemigos. Eso sí, las fechorías cometidas por nuestros Gobiernos en los últimos 30 años han sido posibles gracias al coro de incondicionales mediáticos y a la pusilánime actitud de los propios españoles.
Volviendo, otra vez, la mirada hacia nuestra región, es patético como, por ejemplo, los que aplaudieron hasta con las orejas la fusión de CajAstur con la que ya estaba en quiebra técnica Caja Castilla-La Mancha, ahora no dicen ni una solo palabra sobre con consecuencias de un error así, incluida la pérdida de Telecable y, en general, de un instrumento financiero público que habría sido muy valioso para Asturias en los tiempos que corren. Francisco Álvarez-Cascos, justo es reconocerlo, fue el único político que levantó la voz contra aquella maniobra.
Por aquel entonces, previendo lo que sucedería, dijimos que tomábamos buena nota, con nombres y apellidos, de los integrantes de la escolanía que alababa la fusión. Todavía no los vamos a sacar aquí, tenemos la ingenua esperanza de que algunos tengan la suficiente vergüenza para rectificar y flagelarse públicamente.
En el asunto eléctrico ocurre exactamente lo mismo. Lo que nos está sucediendo ahora son las consecuencias de años de electoralismo, despilfarros y, en fin, irresponsabilidades que también fueron silenciadas cuando no aplaudidas. España, como todo el mundo sabe, es una nación muy dependiente energéticamente, porque no cuenta con materias primas tan valiosas como el gas y el petróleo, pero no es el único Estado europeo al que le sucede eso. Francia, por ejemplo, lo ha resuelto con un ambicioso programa nuclear que le permite tener 59 centrales atomoeléctricas en funcionamiento que generan el 80% de la energía eléctrica que necesita a unos costes muy inferiores a los nuestros. El presidente Adolfo Suárez, sin duda el mejor mandatario que hemos tenido desde la Transición, había ordenado que la energía nuclear tuviera un gran protagonismo en nuestro mix energético, siguiendo con una política que había permitido a España ser puntera en Europa en el sector. Nuestro país, no lo olvidemos, también es uno de los principales productores de uranio y cuenta con una planta para su procesado y fabricación de concentrados en Salamanca.
Pero, con la llegada del PSOE al poder, Felipe González decreta la moratoria nuclear, paraliza y desmantela la central de Lemóniz, de segunda generación, a la que solo le faltaba la carga de combustible, y también otras cuatro centrales atomoeléctricas de tercera generación que estaban en distintas fases de construcción. La broma, 900.000 millones de pesetas de las de 1.983, a los que hay que sumar lo que costaron las centrales de ciclo combinado que hubo que construir a toda prisa.
Los pagos a la moratoria nuclear, las ayudas al carbón y las subvenciones a las renovables, con picarescas que dan para escribir un libro, consiguieron que España tenga hoy la segunda tarifa eléctrica mas cara de Europa, solo por detrás de Chipre.
Pues bien, los que han apoyado estas cosas, cuando las empresas instaladas en Asturias de alto consumo eléctrico dicen que no pueden asumir ese coste de la energía, plantean al Gobierno central que baje las tarifas industriales, algo que pagarían todos los ciudadanos en su recibo doméstico, además del déficit de tarifa, de las plusvalías financieras y de los márgenes empresariales, naturalmente.

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