domingo, 18 de septiembre de 2011

MAS DINERO PARA LOS BANCOS

Mas liquidez para las entidades financieras, en Román Paladino, mas dinero público para los bancos, es la conclusión a la que se ha llegado tras la reunión esta semana en Wroclaw (Polonia) de los ministros de Economía de la UE, a la que también se ha sumado el secretario del Tesoro estadounidense, Tim Geithner, invitado no se sabe muy bien por quién.
Ante la grave crisis que asola Europa, casi sin crecimiento, sin crédito para particulares y empresas y con las cifras del desempleo disparadas, los responsables económicos de los Estados de la Unión, es decir, los que han permitido y auspiciado que la situación llegara hasta aquí, vuelven a meter la mano en los bolsillos de los ciudadanos para capitalizar los bancos privados, como se hizo cuando estalló la crisis para, según nos contaron, que no quebrara el entramado financiero occidental, aunque, es una evidencia, volvemos a estar en la misma o incluso peor situación.
En la reunión se entabló una interesante discusión entre el secretario del Tesoro norteamericano y algunos altos responsables económicos europeos (otros, como hacen algunos niños, se escondieron debajo del pupitre para que no les sacaron al encerado). EE UU ya tiene claro que la política de restricción del gasto, sin más, no tiene recorrido, pues solo consigue hacer caer la demanda, cerrar empresas y poner a los trabajadores en la calle. Como ya dijimos en días pasados, Obama se ha tirado al pozo de cabeza ordenando poner a funcionar la máquina de hacer billetes, porque EE UU, con una Deuda de 15 billones de dólares, tiene muy difícil salir del abismo con decisiones liberales ortodoxas. Es la clásica política keynesiana pero llevada al extremo, porque una cosa es inyectar dinero público en el mercado, como se hizo en 1.929, y otra papel moneda cuyo único crédito es la confianza que queramos dar a la economía USA. Los inversores siguen confiando en los dólares, incluso en los que no están respaldados por valor real alguno, allá ellos. La intervención de los bancos centrales de Reino Unido, Japón, Suiza y BCE, capitaneados por el Tesoro norteamericano, para intentar salvar los trastos europeos ante la presión de China y Rusia, que estaban dispuestas a acudir al rescate, se ha hecho en parte con ese nuevo dinero de mentirijillas. Pero los ministros europeos y el presidente del BCE, Trichet, tienen otras ideas y dudan de las iniciativas suicidas del otro lado del Atlántico. En Europa todavía se piensa, con razón, de que en la política de ajustes y racionalización del gasto aún queda mucho por hacer y de que hay Estados que todavía no han cogido el toro por los cuernos. De ahí quieren los europeos sacar el dinero para capitalizar la banca y para la inversión pública. Pero el problema fundamental es que todas las actuaciones que se han tomado desde que estalló la crisis, y las que se siguen pidiendo a los Gobiernos, cercenan el poder adquisitivo de los ciudadanos, es decir, la causa primigenia mas importante del estallido de la crisis. Perseverando en el error no se solucionará nada.
En la primavera del 2.008 los Gobiernos tenían miedo a la reacción de sus pueblos ante lo que acababa de suceder, porque fueron ellos mismos, los políticos, los que habían permitido que la gran banca y los especuladores camparan a sus anchas obteniendo plusvalías estratosféricas gracias a la economía virtual. En aquellos días, mientras se vaciaban las arcas de los Estados para tapar el gigantesco agujero, se engatusaba a la gente diciendo que habría reformas en los organismos financieros internacionales, que se acabaría con los paraísos fiscales y que, entre otros muchos cuentos chinos, el poder público se impondría en los consejos de administración de los bancos que tuvieran que ser salvados. Todo mentiras, como hemos visto.
La UE tiene que democratizarse, para poder exigir responsabilidades a los que toman decisiones que afectan a nuestras vidas, empezando por la propia Comisión, que debe ser elegida directamente por los propios ciudadanos, no consensuada por los Gobiernos, y a la que, en ese momento, habrá que dar mas peso político y capacidad de decisión, también económica, sobre lo que afecta al conjunto de la Unión. Mas democracia y mas poder público para que la gente pueda decidir sobre su propio futuro y sobre a donde deben ir a parar sus impuestos. Eso es lo que parece rogarnos el presidente del BCE, Trichet, que, en las plegarias para conseguir imposibles, cada vez se parece mas al Papa Ratzinger, también llamado Benedicto XVI, eso o que le demos mas dinero para los bancos.

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