sábado, 5 de febrero de 2011

LA DELINCUENCIA EN ESPAÑA


Uno de los mayores peligros que afronta la democracia en nuestro país es la delincuencia, que en los últimos años ha aumentado exponencialmente. Proliferan los delitos a todos los niveles y de todas clases, ante la pasividad, por no decir complacencia, de quienes nos gobiernan. Una idea bastante extendida en la calle es la de que la Justicia no hace nada contra los delincuentes, incluso algún político se atrevió a decir que la Justicia en España era un cachondeo. La verdad es que, como usted sabe, nuestra Constitución establece claramente cuales son los poderes del Estado, Ejecutivo, Legislativo y Judicial, y las atribuciones de cada uno. El Poder Judicial tiene alguna autonomía en la interpretación de las leyes y en emprender causas, pero quien provee a los juzgados de medios materiales y humanos y quienes elaboran las leyes son los otros poderes. Los jueces no pueden hacer nada si el Parlamento no es capaz de elaborar un Código Penal adaptado a las necesidades actuales del Estado de Derecho o si no cuentan con datos informatizados y una policía judicial preparada y suficiente, por poner solo algunos ejemplos de la escasez de recursos.
Nadie sabe exactamente porqué los políticos son incapaces de aprobar unas leyes que demanda la sociedad y que son necesarias para que no se corrompa el sistema. Unos dicen que, como ocurre en otros muchos asuntos, se debe a su ineptitud, otros, los peor pensados, que para poder salvar su trasero llegado el caso, sea como fuere no se puede seguir mirando hacia otro lado mientras los que actúan al margen de la Ley se imponen a la gente decente.
Son muchos los ciudadanos que en España desarrollan actividades cotidianas fuera de la Ley, desde delincuentes de poca monta a los de “guante blanco”. Cientos de miles de personas se dedican todos los días a robar en supermercados y tiendas, en grandes almacenes, en vehículos particulares, en naves industriales, en pisos y chalets, etc, algunos incluso usan estas actividades como complemento a las pensiones asistenciales que reciben del Estado. Es decir, parece que hay políticos que han asumido que la delincuencia al por menor es necesaria para la supervivencia de un sector de la sociedad al que son incapaces de encontrar otra salida. Naturalmente eso no se puede decir a los votantes. En otros guetos, como son la prostitución y el mundo de las drogas, también se incumplen las leyes todos los días. Todo el mundo sabe donde se trafica con estupefacientes o quienes hacen negocios con rameras indocumentadas, sin que las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hagan absolutamente nada por evitarlo, naturalmente porque hay órdenes políticas de que así sea. La delincuencia también ha echado raíces en otras vertientes de la economía sumergida, el “dinero negro” circula libremente mientras individuos que van con la cabeza muy alta nos roban a todos, defraudando en sus declaraciones a la Hacienda Pública o realizando múltiples actividades sustrayéndose al pago del IVA.
Pero los mas odiados por la gente de bien son los políticos corruptos y los funcionarios que medran a su sombra. Los mismos que nos dan consejos todos los días y nos ponen cilicios en forma de medidas contra nuestro poder adquisitivo. No hay comunidad autónoma libre de escándalos pero son muy pocos los que acaban en la cárcel o bien permanecen muy poco tiempo en ella, tampoco devuelven el dinero robado. Sin embargo, nuestros delincuentes preferidos, a los que tenemos mas ganas, no son los que se llevan el cobre hasta de la catenaria del tren, ni los que roban en casas particulares con extrema violencia, estos, como los anteriores, son mas fáciles de atacar, son otros, los de corbata y despacho en un piso de un edificio de lujo, los que de verdad manejan los hilos. Lo mismo ponen una comisión, otra más, en la cartilla de una pobre viuda, que se inventan Seguros de Prima Única para timarnos a todos. Obtienen beneficios millonarios mientras el resto de mortales pasan penurias. Eso sí, financian las campañas electorales a los grandes partidos y les perdonan sus deudas para que les permitan seguir haciendo fechorías.
A pesar de sus limitaciones, la Justicia seguirá dando disgustos a los facinerosos, a todos.

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