miércoles, 3 de febrero de 2010

QUEREMOS UN PROGRAMA CLARO


Fue Julio Anguita el que reivindicó no hace mucho la importancia del programa político. La gente vota a los partidos sin leerse los programas y sin analizar la trayectoria de los candidatos, otorga su confianza con subjetividades que, si las analizáramos, llegaríamos a la conclusión de que no puede extrañarnos lo que tenemos. España se encuentra en una situación muy grave, no solamente por el desastre de la gestión económica, también en otros muchos aspectos que no vamos ahora a pormenorizar, pero que todos ustedes saben. Sin duda hace falta un cambio radical, pero la pregunta es ¿quién lo va a hacer?. Los ciudadanos cometerían un grave error si, ante el desmoronamiento socialista, se echasen en brazos de cualquiera. La crisis mundial que estamos padeciendo y que en algunos países, como España, es aún mas grave, por las alegrías de los últimos años y la total falta de planificación, se pretende solucionar cargando las medidas mas duras sobre las espaldas de los trabajadores y de la clase media. Ya hemos visto las recetas del PSOE (subida de la edad de jubilación, abaratamiento del despido, subidas indiscriminadas de impuestos, etc), pero nos equivocaríamos si creyéramos que solo los socialistas españoles están haciendo estas cosas. Los socialistas griegos, recién elegidos, están haciendo lo mismo, mientras a unos y otros los aplaude los representantes del capital internacional. En el futuro puede haber graves convulsiones sociales porque la gente, si llega a la desesperación, se puede radicalizar. Los sistemas bipartidistas, que desde hace años se han instalado en muchos estados del mundo desarrollado, han servido para lapidar otras opciones, pero, con el paso del tiempo, la socialdemocracia y los partidos conservadores y liberales se han convertido en casi lo mismo. Sobre todo tienen la misma concepción económica de la sociedad. Por eso aplican las mismas soluciones a los mismos problemas. Es decir, si alguien piensa que si sale elegido el PP va a seguir un camino distinto al que dicta la ortodoxia capitalista, la OCDE, el Banco Mundial, El Fondo Monetario Internacional y la UE, está completamente equivocado. Tomará medidas similares a las que el PSOE está avanzando. Por eso va a tener mucha importancia el programa con el que los partidos se presenten a las próximas elecciones. Tendremos que ver que dicen sobre todos esos aspectos que nos afectan de lleno y tendremos que exigirles un compromiso en su cumplimiento. El ministro de Trabajo, por ejemplo, dijo hace un año que de ninguna forma llegaríamos a los cuatro millones de parados, pero a día de hoy, que sepamos, no ha dimitido. Eso no es un compromiso. Estos son algunos asuntos imprescindibles para cualquier programa político que tengamos que evaluar:
1- Programa estratégico de energía
2- Programa estratégico industrial
3- Programa estratégico del campo y la pesca
4- Programa estratégico medioambiental
5- Programa estratégico de enseñanza, universidades y formación profesional.
6- Programa estratégico del sector financiero
7- Programa estratégico para las FF AA, Guardia Civil y Policías.
8- Programa estratégico sobre inmigración
9- Programa estratégico sobre empleo
10- Programa estratégico sobre comercio y pequeña y mediana empresa
11- Programa estratégico cultural
12- Programa estratégico judicial y de instituciones penitenciarias
13- Programa estratégico sobre las CC AA y los ayuntamientos.
14- Programa estratégico sobre vivienda
15- Programa estratégico sobre radio, T.V., cine, prensa y nuevas tecnologías de la información.
16- Programa estratégico sobre I+D+I
17- Programa estratégico de sanidad, pensiones y servicios sociales
18- Programa estratégico sobre relaciones internacionales
19- Programa estratégico de Hacienda, impuestos y trasferencias
20- Programa estratégico de lucha contra delitos sociales (corrupción, economía sumergida, drogas, etc)
Los partidos políticos tienen que decirnos, sin ambigüedades, que piensan hacer en estos apartados y, una vez escuchados, ya decidiremos. Votar por impulso es una total imprudencia, mas en los tiempos que corren.

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