domingo, 7 de febrero de 2010

REMODELACION, EL ULTIMO CARTUCHO


Cuando la especulación reinaba en España y la burbuja inmobiliaria lo tapaba todo, se podía disponer alegremente del dinero público sin mesura. Proliferaron las subvenciones electoralistas como el "cheque bebé", los famosos 400 euros, dinero para ordenadores, etc. Se necesitaba mano de obra sumisa y barata, por eso se permitió que cinco millones de inmigrantes, la mayoría indocumentados, entraran en el país. Mientras, se prejubilaba a muy temprana edad a centenares de miles de trabajadores y otros tantos cobraban el subsidio del Plan de Empleo Rural, prácticamente sin trabajar. Son solo algunas pinceladas de un cuadro patético que todos ustedes conocen. Pero, desde que estalló la crisis, el Gobierno que preside Zapatero está a la deriva. Al caer la recaudación de impuestos y aumentar las subvenciones al desempleo, plan "E", ayudas a las entidades financieras, etc, el déficit presupuestario y la deuda se han disparado, no solo los de la administración central, también las CC AA y los ayuntamientos. El PIB ha caído en picado, la balanza del comercio exterior es también muy negativa para España, el paro real ronda ya los cinco millones de parados, etc, es decir, todas las cifras macroeconómicas son desastrosas. Lo peor es que no se creará empleo hasta que el PIB crezca por encima del 2,5%, unos seis puntos mas del que se ha computado en 2.009. Ante esta coyuntura se ha instalado en España una nueva cultura, la del ahorro, ha aumentado el de las familias, pero las empresas, que también quieren subirse al carro, lo tienen mas difícil, aunque lo intentan, vaya si lo intentan, sobre todo a costa de sus empleados. A pesar de que, desde la llegada del euro y con las subidas brutales de los hidrocarburos y los alimentos, el poder adquisitivo de los salarios se ha ido reduciendo año tras año, los empresarios están empeñados en que los trabajadores se aprieten aún más el cinturón, aumentando de paso la productividad. Es absurdo porque no se sabe muy bien quien va a comprar luego los productos. Se pretende que la crisis que ha creado el capital y sus secuaces la paguen los proletarios. Una de las pretensiones de la CEOE siempre ha sido el abaratamiento del despido, aunque lo han disfrazado con el eufemismo de "reforma laboral". La última ocurrencia del Gobierno de la pseudoizquierda (les aseguro que cuando lo leí pensé que era una broma) es subvencionar los despidos, es decir, que sea el Estado, todos nosotros, los que paguemos las indemnizaciones que deberían abonar las empresas. Al parecer hay dinero para esto, pero, a la vez, nos dicen que si no se eleva la edad de jubilación está en peligro el futuro de las pensiones. También pretenden introducir nuevos supuestos para el despido procedente. En román paladino, se trata de sustituir empleo bien remunerado por empleo basura. Ya Felipe González, cuando gobernó, hizo todo lo que pudo para introducir los contratos a la carta, aunque sus compañeros de partido se quejen, con la boca pequeña, ahora de ello. Los sindicatos siguen subidos en la higuera, mientras el dios de la subvención y el pesebre toca su lira. Pero es la Administración la que tiene que racionalizar el gasto y liberar recursos, sobre todo apretando las tuercas a las CC AA y haciendo una reforma sanitaria que garantice la viabilidad pública de este servicio esencial. En otros escritos ya lo hemos pormenorizado.
Zapatero tiene un último conejo en la chistera antes de caer definitivamente en desgracia, la remodelación del Gobierno. Las declaraciones que días atrás ha hecho el presidente de Castilla-La Mancha, Barreda, en el sentido de que veía necesario un cambio de caras en el Gobierno, aunque fueron contestadas por Chaves, han sido premonitorias. Habrá, sino al tiempo, remodelación. Harán falta buenos filibusteros y saltimbanquis para, con piruetas dialécticas que asombrarían al propio Nicolás Maquiavelo, hacer creer a los trabajadores que tienen un Gobierno de izquierda que vela por sus intereses, pero se seguirá con el mismo programa, es decir, con el que el capital ha diseñado para intentar salvar los muebles, apretar todo lo que puedan las tuercas a los currantes. Se pondrán nuevas caretas. Será el último cartucho, pero tiene la pólvora mojada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario