jueves, 7 de enero de 2010

EL GHETO DE GAZA


Hay gente que pone en duda la existencia del infierno, pero de la misma forma que el diablo no es un tipo con cuernos y rabo que esgrime un tridente, los infiernos no están en el centro de la Tierra donde, dicen, seremos arrojados para pagar por nuestros pecados. El infierno, por ejemplo, estaba en la Cracovia de 1.943 donde los nazis confinaron a los judíos polacos antes de la "solución final" y ahora en La Franja de Gaza, donde los descendientes históricos del Holocausto, para vergüenza de las víctimas, practican los mismos métodos que los verdugos hitlerianos. En Occidente no se quiere ver lo que está pasando en esta zona del mundo desde hace decenios. Hemos escuchado el discurso del rey y de la ministra de Defensa Chacón, en la Pascua Militar; y como la reina María Antonieta y la famosa frase que se le atribuye "sino tienen pan que coman bollos", viven en un mundo que nada tiene que ver con la realidad. Continuamente se estigmatiza a movimientos que, al límite de la desesperación, luchan con lo que pueden contra los ejércitos mas poderosos de la Tierra. No se puede recurrir a la dialéctica fácil de la "lucha contra el terrorismo" sin analizar sus causas y sin escuchar cuales son las reivindicaciones, muchas justas, de los que se enfrentan a nosotros. Occidente lleva siglos ocupando las naciones árabes e islámicas, robando sus materias primas y apoyando a regímenes impresentables como los de Arabia Saudí y los emiratos del Golfo, como al de Yemen, como al sátrapa Hosni Mubarak de Egipto. El llamado "problema palestino" está en el centro de la política y de las injusticias de Oriente Medio. Los palestinos son las auténticas víctimas del artificial estado sionista creado en 1.948. Han sido despojados de la mayor parte de sus tierras, condenados al exilio en campos de refugiados y periódicamente masacrados por el ejército de Israel o por sus hermanos árabes, como la matanza de Septiembre Negro, perpetrada en 1.970 por el ejército jordano. La mal llamada "comunidad internacional" (la comunidad internacional, de verdad, es el conjunto de naciones representadas en la Asamblea General de la ONU), y la UE, por ejemplo, tienen en la lista de organizaciones terroristas a Hamás, movimiento político democrático elegido mayoritariamente por los palestinos y, sin embargo, confraternizan con Israel, estado pirata que actúa al margen de las resoluciones internacionales y que tiene patente de corso incluso para tener en su arsenal armamento nuclear, incluídos sus vectores estratégicos. Después de la última carnicería israelí en Gaza, que ha quedado reducida a escombros, las relaciones de los EE UU (al presidente Obama le pagó la campaña electoral el lobby judío) y de la UE con el estado sionista no se han resentido en absoluto. Qué importa si se han destrozado escuelas y hospitales y hay cientos de víctimas civiles, incluido niños. Israel se siente fuerte. Desde la llegada de Benjamín Netanyahu y los sectores mas ultras al poder, los sionistas han vuelto con su política de asentamientos y construcción de viviendas para colonos en los territorios ocupados, incluido Jerusalén Este, y ahora, después de la entrevista con Mubarak, pretenden matar de hambre a los cientos de miles de personas hacinadas en Gaza. El presidente egipcio ya ha paralizado la entrada en territorio palestino de los camiones que van con ayuda humanitaria. A los palestinos, como a otros muchos árabes, solo les quedan las radicales salidas a las que aboca la pérdida de toda esperanza.

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