La nueva ley pone el acento, otra
cosa es lo que nos van a contar, en dos asuntos: Seguir con el adoctrinamiento
del totalitarismo feminista en las escuelas, como con la del “solo sí es si”, y
establecer listas de objetores en la sanidad pública, un precedente que puede
llegar a ser muy peligroso. No se trata de tener una estadística para poder
evaluar mejor la disponibilidad del personal para que esas intervenciones se
realicen todas en la sanidad pública, sino de establecer listas negras
ideológicas para que los empleados públicos que no sean de tu cuerda, o no te
bailen el agua, puedan ser represaliados. Todo el mundo sabe que, sin que en
ella se realicen las decenas de miles de abortos que hay en España, la sanidad
pública está saturada merced a que algunas comunidades autónomas no la dotan de
los suficientes recursos y a que cualquiera que venga a este país, sea como
turista, sea como inmigrante irregular, puede acceder a nuestro sistema
sanitario, incluidas caras intervenciones, sin pagar ni un solo céntimo, lo que no sucede en ningún país del mundo. Solo hay algo peor que el fascismo, el
estalinismo. Y solo hay algo peor que el estalinismo, las famiestalinistas.
Irene Montero y las/los que le hacen el caldo gordo no quieren, en verdad, que los abortos
se realicen en la sanidad pública, se seguirán haciendo, eso sí, con recursos
públicos, en clínicas privadas, con las que hay establecida una simbiosis
ideológica y económica muy grosera, como descubrieron los americanos en EE UU.
Pero, las niñas de 16 años podrán abortar sin que sus padres, sus tutores
legales, se enteren, aunque no tengan mayoría de edad para votar y no tengan
edad penal, y se repartirán anticonceptivos en las escuelas. El totalitarismo
estalinista de la nueva ley queda demostrado, no solo con el establecimiento de
listas negras, también, y esta es la prueba del nueve, en que no se ofrece
ninguna otra salida, ninguna otra alternativa para las mujeres en dificultades,
que pueden ser tan progresistas como la que más, que quieran seguir adelante
con su embarazo; ni ayudas económicas, ni apoyo psicológico, ni soluciones
habitacionales, ni guarderías públicas, ni mayor conciliación laboral, nada.
Mientras uno de los problemas más
graves que tenemos es la baja tasa de natalidad, la pseudoizquierda está más preocupada
por el control social, por los nichos de votos y por una nueva ideología
estúpida de género, que ya habla de la “nueva masculinidad” y del "hombre blandengue" que busca
convertir a los varones en unos peleles, discriminados por ley, que traguen con
todo (el padre tampoco puede opinar siquiera en caso de que su pareja decida
abortar) craso error que pagarán. Ahora la marea está alta, pero trae resaca.
Está usted completamente equivocado con los comunistas, los de verdad.
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