Todo el mundo tiene algún
complejo, quien diga lo contrario miente, otra cosa es que sea consciente de
ello o que exista realmente una justificación para estar acomplejado. Los/las
hay que tienen complejo por ser gordos o calvos o por tener poco o mucho pecho,
hay complejos para todos los gustos y disgustos. Pero, aunque algunos
complejos, como los que he citado, pueden incluso degenerar en graves problemas
psiquiátricos, no tienen, ni de lejos, la importancia de otros complejos que
tenemos los españoles, no individuales, sino colectivos. Para mí uno de los
complejos más injustificados que tenemos los españoles es el de nuestro papel
en la colonización de América. Por supuesto que los conquistadores no fueron las
hermanitas de la caridad y que se cometieron muchos excesos, pero hay dos cosas
que nadie puede discutir: una, que lo que allí había era muchísimo peor que lo
que llevaron los españoles, por mucho que algunos loen civilizaciones, como los
Incas y los Aztecas, que sacrificaban a sus propios hijos o arrancaban los
corazones, aún palpitantes, de sus víctimas para, en ceremonias atroces,
ofrecérselos al Dios Sol y, otra, que en los países de Iberoamérica los
amerindios siguen siendo muchos millones, mientras que en los EE UU,
colonizados precisamente por los que levantaron la “Leyenda Negra” contra España,
son una rareza recluida en reservas. Somos tan estúpidos y estamos tan acomplejados
como colectivo, como país, que si alguien va por la calle con un jersey o una
camiseta con la bandera británica o de los EE UU a todos nos parecerá bien, que
mola mucho y que va a la moda, pero si lleva en esas prendas tejida o impresa
la bandera de España, la constitucional, entonces es facha. Estoy completamente
seguro que pasaría algo parecido si en vez de la bandera roja y gualda fuera la
republicana tricolor.
Algunos de nuestros complejos más
perniciosos los arrastramos merced a tantos años de dictadura franquista, desde
mirar a los extranjeros del Norte de los Pirineos como si fueran superiores a
nosotros, hasta confundir la democracia y las libertades con la permisibilidad
total y el buenismo bobalicón. Ningún país del mundo permitiría que se
ninguneara y se silbara a su jefe de Estado, sea rey o presidente de la
república, que se quemara impunemente su bandera o que buques de una de sus
regiones no enarbolaran en popa, como ordena la legislación nacional e
internacional, el estandarte del Estado al que pertenecen; ningún país del
mundo permitiría que narcotraficantes e independentistas agredieran a sus
policías y ningún país del mundo permitiría que autoridades regionales se
rebelaran contra el Estado.
Estos días se ha agudizado el
debate sobre la conveniencia o no de sacar los restos del general Franco del
Valle de los Caídos. Todo el mundo debería ver la magnífica serie “Dictadores” de
una conocida cadena de TV de pago. No es una serie del “contubernio
judeo-masónico-marxista”, es una serie británica (National Geographic) de la que no se desprende parcialidad.
En ella queda muy claro que los fascistas utilizaron el exterminio sistemático
de sus adversarios y el bombardeo criminal de las ciudades para imponerse y que
miles de esclavos republicanos hicieron un gigantesco monumento, coronado por
una gran cruz, para que fuera una obra que perpetuara en el tiempo la ignominia
y el mausoleo del dictador. Años después de terminada la Guerra Civil continuaron
las torturas en las comisarías (Billy el Niño, por ejemplo) y los
fusilamientos. Decenas de miles de republicanos españoles siguen desaparecidos
por cunetas o enterrados en gigantescas fosas comunes (no hay franquistas entre
ellos) sin que sus familiares les hayan podido dar cristiana o atea sepultura.
Solo acomplejados, como nosotros, podemos permitir esto y no hacer, de una
puñetera vez, justicia. Una cosa es la necesaria reconciliación nacional y otra
muy distinta la tergiversación de la Historia, el olvido de los crímenes y el desamparo
a los familiares de los asesinados por parte de los poderes de un Estado que se
llama a si mismo democrático.
No hay comentarios:
Publicar un comentario