El sábado día 16 de junio está
previsto que lleguen al puerto de Valencia varios buques, entre ellos el
Aquarius, que traen a los 629 inmigrantes que este buque, contratado por la ONG Médicos sin Fronteras, había
recogido de varias pateras sobre el Mediterráneo. La verdad, para que entremos ya
en harina, es que estos barcos nodriza gestionados por ONGs no van por el mar
buscando pateras con inmigrantes, sino que están perfectamente coordinados con
las mafias del tráfico de personas, se llaman por teléfono y se dan las
coordenadas para que luego traigan a los subsaharianos a los puertos de Europa.
Estos días, con una indecencia de libro, se está acusando a Italia y a los
italianos de insolidarios y xenófobos, al mismo país y a los mismos ciudadanos
que recibieron cientos de miles de inmigrantes, en muchos barcos como el
Aquarius, que llegaron desde Libia, vía isla de Lampedusa. Los italianos fueron
solidarios cuando Europa les dio la espalda hasta que sus ciudades se llenaron
de inmigrantes en paro a los que tenían que mantener, entonces se les acabó la
solidaridad y el buen corazón. En la Libia de Al Gaddafi, que era el segundo
país en renta per cápita de África, solo superado por las Islas Canarias y las ciudades
españolas de Ceuta y Melilla, trabajaban casi dos millones de inmigrantes subsaharianos,
unos, acusados falsamente de colaborar con el régimen, fueron salvajemente
asesinados a machetazos (esas cosas no se contaron por aquí) por los
mercenarios yihadistas que apoyó la OTAN (que entraron desde Egipto en cientos
de vehículos 4X4 completamente nuevos y artillados con armamento ucraniano que
les donó gentilmente Arabia Saudí) y otros tuvieron que pagar dinero a las
mafias, que enseguida crearon esos nuevos señores de la guerra, para huir hacia
Italia. Los italianos han dicho basta, ya no quieren más inmigrantes, y como a
los transalpinos solo les dejaron el derecho al pataleo del voto pues lo han
ejercido, por eso ahora hay allí un Gobierno monstruoso de los neofascistas de la
Liga Norte y los ácratas populistas del Movimiento Cinco Estrellas ¿Bajo qué
piedra se esconden ahora los que apoyaron y jalearon ir a la Guerra de Libia “para
poner allí la democracia”? Eso sí, en Italia sus partidos han quedado laminados. Pues bien, son precisamente esa pléyade de irresponsables, exactamente
los mismos que han provocado una hecatombe humanitaria en Libia y en el Mediterráneo,
los que ahora están más compungidos por el drama de los inmigrantes y los que
se van a poner en primera fila para hacerse la foto en Valencia.
Cualquiera que tenga corazón no
puede ser insensible ante el drama de la inmigración, pero los Estados y las
sociedades no se gestionan con el corazón, sino con la cabeza. Hay que estar
muy ciegos para no darse cuenta que el ascenso de formaciones de ultraderecha y
neonazis en Europa está íntimamente ligado al fenómeno de la inmigración masiva
y descontrolada, exactamente igual que lo están el Brexit o el triunfo de Donal
Trump. Lo que está sucediendo en Holanda, Francia, Alemania, Suecia, Bulgaria, Hungría,
Austria y ahora Italia es tan evidente que no se puede negar la realidad.
Algunos países de Europa, como Reino Unido o Francia, por ejemplo, habían
recibido en el pasado muchos inmigrantes pero la incorporación a la UE de
países pobres de la Europa del Este y la creciente inmigración asiática y
africana ha desbordado las capacidades de unas sociedades que ya tenían sus
propias crisis. España es el país del mundo que más inmigrantes ha recibido en
los diez últimos años, son ya cerca de cinco millones, una buena parte
indocumentados y que trabajan en la economía sumergida o en actividades
ilegales o alegales, como la prostitución, al dictado de las mafias. Pero,
vendrán más, muchos más, Médicos sin Fronteras dicen que en las costas de Libia
hay 700.000 personas esperando echarse
al mar y en el Norte de Marruecos hay otro medio millón, un área de negocio
fabuloso y sin riesgo alguno, es más, con mucha colaboración, ahora que, ante
la grave situación creada en la Línea de la Concepción, el Gobierno de España no
ha tenido más remedio que dejar de mirar hacia otro lado y entrar a saco contra
los traficantes de droga.
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