No es la primera vez que Israel
interviene en los asuntos internos de España. La gente bien informada sabe que
tanto el Partido Laborista de ese país como los servicios secretos israelíes
jugaron un papel destacado en el golpe de Estado que apeó a Adolfo Suárez del
poder en 1.981, no la tejerada, el de verdad, el que se produjo unas semanas
antes, cuando el entonces presidente del Gobierno apareció ante las cámaras de
televisión, con ojos llorosos, para decir que había presentado la dimisión al
Rey. Suárez, conviene recordarlo, se había negado a reconocer el Estado de
Israel hasta que los sionistas no devolvieron los territorios árabes
conquistados en la Guerra de 1.967. No solo eso, Suárez había recibido
calurosamente a Yasser Arafat cuando por aquel entonces era tildado en muchas
cancillería de terrorista e Israel había intentado varias veces asesinarlo. Los
servicios secretos de Israel se sirvieron entonces de Enrique Múgica Herzog, (el
que luego sería Defensor del Pueblo) destacado conspicuo socialista que había
viajado varias veces a Israel para mantener contactos con el Partido Laborista.
No es baladí recordar también que Múgica era de madre judía. Por si alguien aún
no lo tiene suficientemente claro, tampoco podemos olvidar que Enrique Múgica
desarrolló actividades mas que sospechosas en fechas anteriores al golpe. Es de
conocimiento público los encuentros que tuvieron Múgica y el general Armada, el
cabecilla de la asonada. Se trataba de conseguir que, una vez apartado Suárez
del Gobierno, el PSOE entrara a formar parte de un “Gobierno de Salvación
Nacional” o de “Concentración” para dar un barniz pseudodemocrático a los golpistas. Al final no hizo falta todo
eso, porque el Rey logró antes que Suárez dimitiera. Por eso el “Elefante
Blanco”, el general Armada, no apareció por el Congreso de los Diputados, donde
lo esperaban Tejero y sus guardias civiles para entregarle el poder. Por cierto,
en aquellos días infames, y en fechas anteriores, los servicios secretos sirios
hicieron un servicio impagable a España, que luego les hemos "agradecido" retirando a
nuestro embajador en Damasco. El objetivo último de Israel, conspirando junto a
la pléyade de golpistas españoles contra Adolfo Suárez, era el trato y los
acuerdos preferenciales, políticos y económicos, que esperaba obtener de la
Unión Europea, club donde España estaba a punto de ingresar.
Pues bien, otra vez Israel nos clava
un cuchillo en la espalda, a pesar de que hace poco tiempo Rajoy otorgó la
nacionalidad española (al contrario que a los descendientes de los moriscos,
que también fueron expulsados de España) a tres millones de judíos sefarditas.
Esta vez también es un golpe de Estado, pero tiene otra forma y son otros los
protagonistas, los secesionistas catalanes. Artur Mas viajó hace tiempo a
Israel para atar cabos y rendirles pleitesía y Puigdemont invitó a cenar en secreto
al embajador de Israel en España y a un sector de la comunidad judía de
Barcelona movilizado en favor de la independencia. Artur Mas lo manifestó así
de diáfano: “Israel es claramente un compañero de viaje en Cataluña”. Yo no tengo
ni idea cual es el interés de Israel en este asunto, pero sí sé cuál es el de
los independentistas: tener financiación y créditos judíos para asegurar que,
si el Banco Central Europeo les da la espalda, puedan seguir adelante con la
aventura secesionista. Mientras ocurren estas cosas, nuestro Gobierno está en Babia.
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