sábado, 14 de marzo de 2015

VENEZUELA EN LA CAMPAÑA ELECTORAL

Lejos de plantear soluciones a los graves problemas que tiene nuestro país, no se le ha ocurrido otra cosa al Gobierno del PP, y a los medios de comunicación a su servicio, que hablar de Venezuela, criticar a su Gobierno y meterse en sus asuntos internos, entablando conversaciones con la oposición derechista de aquel país. No es la primera vez que la dirección del PP y sus mas sobresalientes conspicuos lo hacen. En el pasado reciente incluso el entonces presidente, José María Aznar, en una acción traicionera, coqueteó con los golpistas que detuvieron al presidente Chávez y que casi lo asesinan. Recordemos el famoso ¿porqué no te callas? que dirigió el rey Juan Carlos a Hugo Chávez en la Cumbre Iberoamericana que se celebró en Chile, pero el presidente venezolano no estaba diciendo ninguna tontería, otra cosa es que no se quisiera oir.
Yo no soy un simpatizante del actual mandatario venezolano, Nicolás Maduro, de algunas de las medidas que toma y de su dialéctica y su estética, pero tampoco puedo estar de acuerdo con que el Gobierno de España viole la carta fundacional de la ONU y la soberanía de otros Estados en una grosera intervención al mas rancio estilo colonial.
El miedo que produce en la derecha española la ascensión de PODEMOS es una de las causas de que Rajoy y los suyos saquen a relucir a Venezuela y sus conexiones con el partido de Pablo Iglesias a la menor ocasión, pero no la única ni la fundamental. Es la comunión de intereses con la derecha venezolana e internacional la causa principal. Solo la gente poco informada, y cándida, se puede creer los argumentos en defensa de la libertad que esgrime el Gobierno de España y los dirigentes del PP para inmiscuirse en la vida política venezolana ¡cómo si la derecha de aquel país tuviera mucho que ver con la democracia!
En 2.001, cuando Hugo Chávez, que había sido elegido en unas elecciones limpias, promulgó 41 nuevas leyes sobre la administración de tierras, que acababan con los latifundios que usufructuaban los terratenientes, la derecha venezolana ya patrocinó un paro nacional organizado por la Confederación de Trabajadores de Venezuela (sindicato amarillo) y por la Cámara de Empresarios (Fedecámaras). Pero fue en 2.002 cuando comenzaron las grandes manifestaciones contra Chávez. Ese año, tras una gran movilización en Caracas, el dirigente de Fedecámaras, Pedro Carmona,  alegando una falsa renuncia de Chávez, y con el apoyo de los partidos y organizaciones de derechas, de la amarilla central obrera, de los poderes económicos y de los medios de comunicación, se proclamó presidente de Venezuela, en un golpe de Estado que no triunfó gracias a la indignación de los militares venezolanos, que tomaron por asalto el Palacio de Miraflores, haciendo huir a los golpistas, y liberaron a Chávez (fueron los boinas rojas paracaidistas) que había sido recluido en una isla y al que se pensaba asesinar. ¿Son esos los demócratas a los que defiende el presidente Rajoy?
La verdad es que la derecha venezolana no ha cejado ni un instante de poner palos en el engranaje y de boicotear todas las acciones del Gobierno legítimo de Venezuela, organizando algaradas, acaparando alimentos y productos de consumo, para provocar el descontento de la población, y con todo tipo de acciones en el interior y exterior del país para conseguir lo que no han podido hacer de forma democrática, en las urnas.
Nicolás Maduro, indignado por la intervención de España en los asuntos internos de Venezuela, ha dicho que si gobernara el país caribeño Mariano Rajoy, al que calificó de franquista, vendepatria y derechista neoliberal, ya habría bajado los salarios a la mitad, atacado las pensiones y echado de sus casas a los “viviendos” venezolanos, que disfrutan de casas hechas por su Gobierno, como ha hecho con 400.000 españoles.
A la cruzada contra Venezuela del Gobierno español se ha unido, como no, la UE y los EE UU, que no tienen ningún problema con regímenes tiránicos, dictatoriales y que se burlan de los derechos humanos, como los regímenes feudales árabes y Egipto, país donde ha estado estos días el Secretario de Estado USA para bendecir al criminal golpista, el general Al Sisi,



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