domingo, 22 de marzo de 2015

¿A DONDE VA TURQUÍA?

En Europa se ha estado hablando mucho del futuro de Turquía, sobre todo en relación a la posibilidad de que este país ingresara en la UE, pero muy poco de su política exterior, porque ahí saldrían a relucir cosas que es mejor que la gente no sepa.
¿Quién no conoce, por ejemplo, el famoso asunto de los misiles que la URSS quiso instalar en Cuba y que casi provoca una Tercera Guerra mundial? Pero, son pocos los que saben que aquella iniciativa soviética fue una respuesta al despliegue de misiles de alcance medio norteamericanos en Turquía. Todo el mundo sabe también que los miles de yihadistas que acuden a combatir en Siria e Iraq lo hacen a través de Turquía, país que no solo hace la vista gorda, da toda clase de facilidades, pero muy pocos los que se preguntan porqué Occidente y los aliados de la OTAN lo toleran.
Turquía en un aliado fundamental para los EE UU en aquella zona y lo viene siendo desde hace mucho tiempo. Con Israel, son los gendarmes occidentales en Oriente Medio, por eso no se les pregunta ni se les condena por sus excesos, el trabajo que hacen está teledirigido.
Tras el no de la UE a una incorporación inmediata, bajo la coartada del déficit turco con los derechos humanos, pero con la realidad de que es un país demasiado grande y poblado para asimilarlo sin peligro de indigestarse, el régimen turco inició un acercamiento a Rusia y a los aliados que el “oso del Norte” mantiene en Asia Central, antiguas repúblicas soviéticas que, gracias a sus materias primas, sobre todo gas, están teniendo un crecimiento espectacular y forman parte de la alianza político-económica continental que tiene en Rusia y China sus mayores exponentes.
Pero, el conflicto de Ucrania y la anexión o recuperación de Crimea por Rusia ha generado nuevas tensiones donde Turquía vuelve a ser un aliado estratégico de primer orden para los EE UU y la OTAN. Si de muestra basta un botón, el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, y el primer ministro de Ucrania, Petró Poroshenko, acaban de sellar un acuerdo estratégico con Rusia como enemigo, pero, evidentemente, son otros los que mueven los hilos.
A mí me preocupa mucho todo lo que está pasando en Europa, en el Mar Negro y en el Bósforo porque ya no estamos hablando de conflictos regionales, sino de un enfrentamiento directo, aunque no en el campo de batalla, entre los EE UU y Rusia.
Se ha querido poner al presidente Vladimir Putin como el malo de la película y eso, según reflejan las encuestas en algunos países occidentales, ha calado en la opinión pública poco informada, que piensa, erróneamente, que el presidente ruso quiere resucitar un nuevo imperio zarista o soviético. Nada mas lejos de la realidad, y nada hubiera ocurrido en Ucrania si la OTAN no hubiera apoyado el golpe de Estado contra Víktor Yanukóvich, en contra de los acuerdos sobre la independencia firmados con Gorbachev, y todo sería un remanso de paz ni no se hubiera pretendido cambiar el statu quo estratégico en el Mar Negro. Si a esto añadimos el despliegue del sistema antimisiles, y de otros componentes esenciales de la Iniciativa de Defensa Estratégica, y el traslado de tropas, incluidos cientos de carros de combate y aviones, a los Países Bálticos, en las mismas puertas de Rusia, tendremos una vista panorámica de la verdad.

Sumar a Turquía, que ya ha amenazado a Rusia advirtiendo que es un país de la OTAN, a las presiones irresponsables y peligrosas que los EE UU y sus aliados están llevando a cabo en Europa es echar mas leña a un fuego que puede acabar devorándonos a todos.

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