Hay varias conclusiones que
debemos extraer de las elecciones andaluzas que se han celebrado el domingo 22
de marzo: como ya habíamos visto en otras regiones, como, por ejemplo, Valencia
y Asturias, los escándalos de corrupción no son determinantes para modificar el
voto de la mayoría de los ciudadanos, ni tampoco las altas cifras del paro,
pues en Andalucía, que es una de las regiones de España, y de Europa, con mas
desocupados han vuelto a ganar los socialistas. Es decir, cuando los andaluces,
y los demás españoles, dicen en las encuestas del CIS que esas son sus mayores
preocupaciones están mintiendo como bellacos. La verdadera preocupación de la
mayoría de la gente es su modus vivendi y lo demás tiene menos influencia en
las elecciones.
Junto a la aparición en escena de
nuevas formaciones políticas, como PODEMOS y CIUDADANOS, que entran con fuerza
en el Parlamento Andaluz, hay un fenómeno que no debería pasar desapercibido:
el PSOE ha obtenido los mismos escaños que en el año 2.012 (47) pero los que le han votado no son todos del mismo espectro político que en elecciones
anteriores. Los socialistas no deberían estar tan exultantes, porque no solo
han perdido mas de cien mil votos (1.523.465 en las elecciones de 2.012 y
1.409.042, cuando se lleva escrutado mas del 99,5% de las papeletas, en las de
2.015, y la participación ha sido casi cinco puntos superior a la de 2.012)
muchos de sus votantes proceden del universo político de la derecha y antes
habían votado al PP. En efecto, no hace falta tener muchas luces para darse
cuentas que los votos que ha obtenido PODEMOS proceden de IU y del PSOE y los
de CIUDADANOS en su mayor parte del PP, pero los populares pierden medio millón
de votos con respecto a las elecciones de 2.012 y CIUDADANOS solo obtiene
368.988. ¿A dónde se han ido el resto de votos de la derecha?
Es por la singularidad del
universo político-social andaluz, que tiene muchos rasgos en común con el de Asturias
(por eso son las dos únicas CC AA donde gobiernan los socialistas) que los
resultados de estas elecciones no son extrapolables a lo que puede suceder en
el conjunto de España. El razonamiento está muy manido, pero no por eso es
menos cierto.
En Andalucía, como todo el mundo
sabe, cientos de miles de personas viven de las subvenciones y ahí, junto con
otras redes clientelares que se han tejido a lo largo de mas de treinta años de
gobiernos socialistas, está el mayor nicho de votos del PSOE. Eso cuesta caro. La
Deuda Pública de Andalucía fue en 2.014 de 38.661 millones de euros, aumentando
en 5.203 millones con respecto al ejercicio anterior. Pero, las de Cataluña y Valencia,
tanto en cifra total como en porcentaje de su PIB, todavía son mayores, todo
hay que decirlo, seguramente porque tanto los nacionalistas catalanes como el
PP valenciano también utilizan el dinero público en su beneficio político.
Yo no esperaba otra cosa de estos
comicios, salvo quizá un mayor descalabro de IU en beneficio de PODEMOS. La coalición
rojiverde debe hacer una profunda autocrítica y debería rodar mas de una
cabeza. Recordemos que con Julio Anguita de líder, que ha estado siempre en
contra de pactar con el PSOE, IU obtuvo tantos votos como en esta elecciones la
suma de PODEMOS+IU.
Susana Díaz ya ha dicho que piensa gobernar en
solitario. Cae de cajón que eso, sin mayoría suficiente para sacar leyes y
proyectos adelante, no es posible, salvo, claro está, que pueda tener apoyos
parlamentarios. Yo creo que los obtendrá del PP, como sucede en Asturias, y eso
será a cambio de que el PSOE sostenga al Ejecutivo de Rajoy, que es mas que
probable que también quede en minoría tras las futuras elecciones generales. Pero, no conviene decirlo ahora. El
bipartidismo se resiste a desaparecer.
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