martes, 25 de diciembre de 2012

UN MENSAJE REAL COJO

El mensaje de S. M. el Rey de esta Nochebuena no debía ser otro mas, porque, dadas las graves circunstancias que está atravesando nuestro país, era necesario dejar algunas cosas muy claras. Como habían anunciado, el formato iba a ser diferente, y así fue, aunque el realizador siguió forzando los manidos giros de cabeza entre las cámaras. Pero eso, como quién estaba o no en las fotografías de fondo, para mí es lo menos importante. Lo verdaderamente trascendental es el discurso institucional y político del Rey que, en mi opinión, se quedó cojo, porque faltó claridad y contundencia en algunos asuntos.

D. Juan Carlos empezó hablando de los jóvenes y de sus problemas, era un buen comienzo porque, como todos sabemos, mas del 50% de ellos están en paro. A continuación se refirió a la desconfianza de los ciudadanos en los políticos, pero no lo extendió a las instituciones e incluso a la propia familia real, por episodios que siguen en la mente de todos y que, aunque ya comentó en otras ocasiones, todavía colean.

El discurso tuvo un claro componente político, porque el Rey se metió en harina diciendo que hay que hacer compatible la austeridad con el crecimiento y que la defensa de los derechos sociales es irrenunciable.

Ante la pésima imagen actual de nuestro país en el exterior, S. M. también reivindicó el protagonismo de España en los foros internacionales y el papel que tenemos que jugar en Europa e Iberoamérica.

El monarca tuvo palabras de aliento recordándonos que debemos tener confianza en nosotros mismos y en nuestras posibilidades como individuos y como país, a pesar de las graves circunstancias por las que atravesamos.

También reivindicó la política con mayúsculas, imprescindible para enfrentarse a la crisis y sus dramáticas consecuencias y apostilló que no todo es economía.

Por último, seguramente en alusión a lo que está sucediendo en Cataluña, D. Juan Carlos exigió respeto a la democracia y a las leyes.

El mensaje de nochebuena, por su poca duración, no permite pormenorizar, pero, ante la falta de otras ocasiones mejores para dirigirse directamente a los ciudadanos, S. M. debió aprovechar la ocasión para ser mas contundente en tres asuntos: la exigencia a los políticos de sumar voluntades e iniciativas para sacar el país adelante, la denuncia, sin ambages, de la corrupción y la advertencia a los independentistas catalanes de que el Estado empleará todos los instrumentos constitucionales para impedir que España se rompa.

Los buenos argumentos no sirven de nada si no son claramente entendibles.

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