martes, 18 de diciembre de 2012

2.013, EL AÑO DE LA VERDAD

Termina un durísimo año de recortes, que no reformas, donde el Gobierno que preside Mariano Rajoy no ha hecho prácticamente otra cosa que tomar medidas que han afectado gravemente al poder adquisitivo de los ciudadanos. Subidas de impuestos, Congelación del salario de los funcionarios y supresión de su paga extra de Navidad, subida de las pensiones por debajo de la inflación, elevación de tasas judiciales, incremento brutal de la tarifa eléctrica y del gas, etc, todo en la misma dirección de las que tomó el anterior presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, a partir del fatídico mayo de 2.010.

Hemos repetido hasta la saciedad que el origen de la crisis económica fue la sobreproducción industrial y que los parches que el sistema se sacó de la manga para ocultar su ocaso fueron primero la globalización y después la generalización de las hipotecas basura, pero el detonante de que saltara por los aires el castillo de naipes económico y financiero fue la continuada pérdida del poder adquisitivo de millones de personas que no pudieron hacer frente a sus créditos. Pues bien, en contra de la opinión de reputados economistas, alguno Premio Nobel, como Paul Kugman, todas las iniciativas de los gobiernos europeos, particularmente el de España, se han centrado en un loco ajuste donde, mientras los precios continúan su escalada imparable (terminamos el año con una inflación del 3%), los salarios y las pensiones son recortados sin piedad. Como es lógico, la consecuencia inmediata es que los ciudadanos consumen menos, las empresas y los comercios cierran por millares y el paro crece hasta cotas que hacen peligrar ya la paz social.

Los ministros de economía, De Guindos, y de Hacienda, Montoro, y el propio presidente Rajoy nos han dicho que en el segundo semestre de 2.013 España empezará a crecer, opiniones que han sido avaladas por algunos voceros de la Comisión Europea, sin embargo, todos los indicadores y el sentido común hacen pensar en todo lo contrario. España no podrá crear empleo y mejorar su déficit hasta cifras sostenibles hasta que el crecimiento sea al menos del 2% del PIB y mientras esto no suceda el paro seguirá aumentando; pero, para crecer, los ciudadanos necesitarán recuperar la confianza y el poder adquisitivo y eso, es esta coyuntura diabólica, no va a suceder

Mientras la gente cada vez tiene menos dinero en el bolsillo, ya se anuncian subidas de todo tipo para primeros de año, gasolinas, luz eléctrica, e impuestos y tasas a gogó.

El Gobierno del PP se ha cansado de repetir, con razón, que el anterior Ejecutivo socialista dejó las arcas del Estado hechas unos zorros, ahora bien, ¿se han tomado las medidas necesarias para enderezar la situación?, yo creo que no. Ni la Reforma Laboral, cuyos únicos frutos han sido dar mayores facilidades a las empresas para poner a la gente en la calle, ni la subidas de impuestos, como la del IVA o del IRPF, van en la dirección correcta, eso sí, tenemos el triple de ayuntamientos que Alemania y unas CC AA despilfarradoras, sin contar la corrupción generalizada y la economía sumergida a las que, aunque María Dolores de Cospedal diga otra cosa, no piensan poner coto.

Los pesimistas, o sea, los optimistas bien informados, coinciden en que a finales del próximo año no solo la economía española no va a mejorar sino que, por la gravedad de todos sus indicadores, la situación se puede volver insostenible y explosiva. A Mariano Rajoy se le habrá agotado el discurso, la segunda edición de los brotes verdes se revelará también como una falacia y, si la oposición radical se pone las pilas, se forzarán nuevas elecciones generales anticipadas para 2.014, donde, por primera vez en muchos años, la esperanza de una verdadera catarsis puede poner las cosas patas arriba.

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