sábado, 21 de julio de 2018

LAS AGRESIONES SEXUALES COMO COARTADA


Dentro de la campaña feminista para lograr un mundo donde impere, no la igualdad, sino la dictadura matriarcal, como la que durante milenios padeció la Humanidad antes de que, con la aparición de la ganadería y la agricultura y los asentamientos permanentes, surgiera el patriarcado, una dictadura matriarcal en la que ni siquiera existía la palabra “padre”, como descubrió el antropólogo estadounidense L H Morgan tras sus estudios sobre las tribus americanas, se ha  iniciado una nueva ofensiva en Asturias, esta vez utilizando las agresiones sexuales como cortada. Cualquiera diría que en Asturias hay un problema grave de agresiones sexuales, ya que en esta cuestión han centrado hasta las comisiones de festejos de las fiestas estivales su principal preocupación, apoyadas por el Gobierno del Principado, la Delegación del Gobierno y la Federación de Concejos. La verdad es que en todo el verano pasado solo se interpusieron en Asturias tres denuncias por agresiones sexuales y dos por abusos y la mayoría de ellas no estaban relacionadas con las fiestas. Sin querer minimizar, para nada, este problema, está clarísimo que solo cinco denuncias en el océano de demandas interpuestas por otros delitos no es algo con el suficiente peso ni para una exagerada alarma social ni para centrar la problemática alrededor de las fiestas en las agresiones sexuales. El problema más grave, con diferencia, que hay ahora en las celebraciones al aire libre, no solo en fiestas patronales, es el del alcoholismo y la cultura del botellón que practican muchos jóvenes, como bien saben los servicios de urgencias de los hospitales, que todos los veranos tienen que atender unos cuantos comas etílicos. Este problema también es de las mujeres, pues son también las chicas las que lo padecen. Pero, ni a las organizaciones feministas, ni a la Federación de Festejos ni al Gobierno del Principado, ni a la Delegación del Gobierno parece importar demasiado pues, al contrario que con las agresiones sexuales, no han iniciado ninguna campaña contra él.
La criminalización del hombre, pues de eso es de lo que se trata, forma parte de una estrategia que nada tiene que ver con la legítima reivindicación de la igualdad entre los sexos y la liberación de las mujeres, que han estado sometidas durante mucho tiempo al patriarcado. Esa criminalización ya ha conseguido que se aprueben leyes inconstitucionales que establecen diferencias jurídicas y penales en función del sexo y que, por ejemplo, el género, sea un agravante en las sentencias o que sea visto como normal que se ataque a los jueces cuando las sentencias no agradan y cuando los magistrados no tragan con los juicios paralelos.  Hemos llegado a un punto en el que solo la palabra de una mujer sirve para que un hombre sea detenido y metido en los calabozos, sea o no culpable.
Estos días hemos visto como un varón ha sido asesinado en Asturias por una mujer, concretamente en Lugones, y nada menos que con treinta puñaladas, pero no hemos visto ni una sola manifestación de repulsa, ni ninguna concentración ante los ayuntamientos, ni ningún prurito condenatorio en las personas y organizaciones que enseguida se movilizan cuando es un caso del sexo contrario, tampoco hay ningún tipo de condenas cuando aparecen bebés muertos, asesinados por sus madres, algo que se ha hecho ya frecuente, en contenedores de basura o como el que se encontró hace pocos días en una Planta de Tratamiento de Residuos de Granada. ¿Ha visto usted a estas organizaciones hacer algo contra la prostitución y la trata de blancas o contra la aberrante ceremonia gitana del “pañuelo”? estos asuntos, gravísimos y muy lesivos para muchas mujeres, no sirven para sus intereses.
Por supuesto que no queremos que haya agresiones ni abusos sexuales contra las mujeres, ni uno solo, faltaría más, pero utilizar como coartada para nuevas campañas totalitarias las agresiones sexuales de las fiestas veraniegas asturianas es demasiado grosero.

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