Qué ingenuos han sido los
franceses en las últimas elecciones presidenciales y parlamentarias. Han dado
todo el poder a Emmanuel Macron, que es lo mismo que dárselo a la banca y a los
poderes fácticos, que fueron sus principales valedores en las campañas
electorales ¿qué pensaban que les iban a dar? les van a dar aceite de ricino.
El presidente francés ya ha
anunciado una reforma laboral exactamente igual que las que padecen los
trabajadores en otros Estados de la Unión Europea, como España. Reforma laboral
y flexibilización del mercado de trabajo son eufemismos que utilizan para no
llamar a las cosas por su verdadero nombre: recortes salvajes de los salarios y
de los derechos laborales conseguidos tras muchos años de lucha.
Pero, a pesar de algunos de sus errores,
yo admiro mucho a los franceses, desde aquellos galos que luchaban contra los
romanos, tan bien representados en el cine con mucha guasa antiimperialista y
en los paquetes de cigarrillos “Gauloises”, hasta a los que dirigía Dani “el
rojo” en el Mayo del 68, pasando, claro está, por los que pusieron a funcionar
a destajo la guillotina para descabezar, por ejemplo, a los/as que decían “de
qué se quejan, si no tienen pan, que coman bollos”. Como musitó mi admirado
Humphrey Bogart en aquella magnífica película de 1.942, “Casablanca”, a Ingrid
Bergman: “Siempre nos quedará París”. Pues sí, siempre nos quedará París y
siempre nos quedará Francia, afortunadamente.
Los sindicatos franceses ya han
convocado una huelga general para el 12 de septiembre en respuesta a las
intenciones de Macron y sus padrinos. Los franceses no se van a rendir y van a
luchar, es lo que han hecho siempre.
FOTO: El presidente francés, Emmanuele Macron y su esposa con el presidente de la Banca Rothschild, el barón David René de Rothschild.
No hay comentarios:
Publicar un comentario