La izquierda, y cuando digo
izquierda me refiero a la verdadera, no a la neoizquierda ni a la
pseudoizquierda sino a la que sigue manteniendo la doctrina marxista, no ha
sabido adaptarse a algunos procesos evolutivos de la sociedad. En general sigue
manteniendo los mismos principios, y eso está bien, pero también la misma
visión global de las cosas que en el siglo XIX, y eso es un gran error, porque
hay entes que antes significaban una cosa y ahora significan la contraria. La
izquierda no se dejó embaucar por el discurso del “pensamiento único” y del “fin
de la Historia”, un discurso maniqueo de los “neocon” para convencer a la gente de que ya no habría mas recetas que las suyas, y la izquierda sigue manteniendo la
lucha de clases, porque, aunque estas ya no son iguales que en el pasado,
siguen existiendo y sigue existiendo la explotación de los trabajadores en
beneficio de las plusvalías del Capital. Pero, algo fundamental ha cambiado y
la izquierda parece que no se ha enterado, el Estado. Tanto los anarquistas
como luego los marxistas consideraron durante mucho tiempo al Estado, y mas
concretamente al Estado-Nación, como el instrumento del que se servía el Capital
para explotar a los trabajadores, sin embargo, aunque en algunas circunstancias
sigue siendo así, la profundización de la democracia y las libertades y, sobre
todo, el proceso acumulativo de los capitales, que es lo que, en verdad,
significa la globalización, han convertido al Estado en un baluarte del Pueblo,
en su único instrumento para mantener su poder, que eso significa la palabra democracia,
y para defenderse de los abusos de los poderosos, de las grandes corporaciones,
de los grandes accionistas, de los grandes bancos y de los especuladores. Pues
bien, mucha gente de la izquierda en España no lo ha entendido, como no ha
entendido que una cosa es estar contra Rajoy y contra las políticas que
defiende y otra muy distinta defender con uñas y dientes la unidad de España,
porque así se defiende la fortaleza de nuestro Estado. Es al gran capital y a
sus cómplices a los que interesa minimizar los Estado, ningunearlos y destruirlos,
creando entes mas pequeños y manejables. La izquierda cae en un error similar
cuando identifica a los policías o guardias civiles que van a Cataluña a
defender la Constitución, la Ley y las resoluciones de los tribunales contra
los que se las pasan por la entrepierna con aquellos cuerpos represores del
franquismo. El dictador murió hace mucho tiempo y los Cuerpos y Fuerzas de
Seguridad del Estado, como también nuestras FF AA, nada tienen que ver en la
actualidad con el carácter que tenían entonces. No somos, en fin, los
izquierdistas que defendemos la autoridad del Estado y el mantenimiento del
imperio de la Ley los que hemos perdido el Norte, son los que se alían
objetivamente con los nuevos golpistas, los herederos políticos de Pujol y la “madre
superiora” y los impresentables que los acompañan en sus locas aventuras, los
que están muy despistados. Piden que los catalanes voten, pero que el resto de
españoles que consideramos a Cataluña parte indivisible de nuestra patria no, o
insisten en ofrecer una salida federal a los que no quieren saber nada de eso
¿a qué estamos jugando? El derecho de autodeterminación de los pueblos que recoge la Carta Fundacional de la ONU se refiere a la descolonización no a la
fragmentación de los Estados y pocos hay en el mundo tan antiguos como España, que costó tanto defender a nuestros ancestros, derechistas, izquierdistas y
mediopensionistas. Comete un grave error la izquierda al perder la
perspectiva de lo que significa hoy el Estado y lo comete también cuando nos
acusan a algunos de haber cambiado de chaqueta y de estar desconocidos, aunque esto, evidentemente, tiene muchísima menos importancia.
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